martes , 12 noviembre 2024

Comentario Evangelio 17 de Julio

El Viento (2)

“Qué es lo más importante”

Fray Ricardo Miranda, cap
Orden Hermanos Capuchinos

Evangelio según San Lucas 10,38-42

Al leer este Evangelio del día domingo, me pregunto nuevamente: ¿qué es lo que mueve mi vida? ¿En dónde me gusta estar? ¿Qué me entusiasma? ¿Qué me hace perder la mayor cantidad de tiempo sin que me dé cuenta? ¿Con quién me gusta estar?, etcétera.

Las respuestas son variadas  y muchas de ellas  me dan hasta escalofríos. Es difícil enfrentar la verdad de donde está mi corazón en estos momentos, tratare de ser fiel a mis sentimientos a la luz de este Evangelio.

El Señor me visita eso es lo primero, como lo hizo con estas dos hermanas Marta y María,  él simplemente llegó y se instaló y ahí está, lo miro de lejos, me sonríe, me espera con una tranquilidad impresionante.

Yo estoy ansioso, tenso, descolocado y preocupado, porque son muchas las cosas que tengo que hacer y en las que tengo que pensar.

Me pregunto por momentos, si se dará cuenta de lo que pasa por mi cabeza, el cómo estoy con esta presencia suya, acá en mi propia casa. Tratare de disimular y mostrar calma es lo que acostumbro hacer, mantener todas las situaciones controladas.

Él me mira y me sonríe  nuevamente, esto ya me está poniendo nervioso y me envío mensajes de calma, de tranquilidad, de paz. Si todas las cosas que hago son en su nombre, Él  entenderá lo que me pasa y no me colocará problemas.

Parece que se dio cuenta, por que se pone de pie y se acerca a mí y me dice que me calme, que me detenga, que me ve preocupado y ocupado en muchas cosas, me ve cansado, tenso, estresado, incluso me dice que ni siquiera ve en mí una sonrisa y él me ha sonreído ya varias veces.

Esto me descoloca, simplemente caigo en la cuenta que tiene razón, me he olvidado de sonreír de disfrutar de las cosas importantes, cuantas veces espere esta visita y cuando llegó estaba ocupado. ¿Qué hago? Creo que mi expresión en ese momento tiene que haber sido especial, porque  me sentí acogido por Jesús.  Me abrazó y simplemente me hizo descansar, no hacer nada, solamente sentirlo, experimentarlo, olvidarme de todo, dejárselo a Él, entregar todo, vaciarme perder tiempo disfrutar de estar con Él.

Al parecer, los años me han hecho estar más frío, más calculador, pensando que las cosas hay que hacerlas rápido y que yo soy el que tengo que hacerlas.

Él me dice no te afanes tanto, deja de ocuparte y turbarte con tantas cosas, simplemente quédate acá conmigo.

No sé cuánto tiempo pasó, pero fue como si una ráfaga de viento cálido primaveral del sur fuera llenado todo. Mi cara volvió a sonreír, mi semblante lo sentí liviano, fresco, agradecido, la esperanza volvió a mí, me sentí enamorado, querido, escuchado, perdonado, sanado.

Simplemente por detenerme y escucharlo, por quedarme con la mejor parte, como le dijo a una de estas hermanas.

Este amor no me será quitado. Él está conmigo me sonríe y yo ahora le sonrío de nuevo.

Sin lugar a dudas, el Evangelio tiene que ser leído con y desde Jesús. Él es el que puede transformar las cosas y para un religioso  su visita a nuestra casa es la visita a su propia casa.

Todo lo que hago es de Él. Nada depende de mí es Él,  el comienzo y el final y si en algún momento se me olvidara esto, nuevamente me hará detenerme y me llevará nuevamente por el buen camino.

Jesús no avisa su llegada, simplemente cuando va de camino, nos pasa a saludar y se queda con nosotros. Eso es lo importante  y nos regala lo mejor parte

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  • Querido Hno.Ricardo es muy cierto lo que dices en tú reflexión, Jesús siempre está con nosotros, nosotros somos los que lo olvidamos ante una vida tan agitada, sabe me gusto mucho cuando hablas de sonreír.., eso es la medida de todo hijo del Señor, aplicable en la vida cotidiana de los laicos como yo, como vez el Señor me detiene y hace reflexionar frente a mis actitudes de la vida, siempre recuerdo y atesoro lo que me decía mi esposo la sonrisa es nuestra medida frente a los hijos como a nosotros mismos ante Jesús, al enfrentar la vida, es una caricia que nuestro Señor nos deja ver, suavemente como Él acostumbra hablar en el silencio…
    Porque siempre está con nosotros,solo debemos dejarlo que actúe en nuestras vidas.

    Gracias por tan profunda y a la vez sencilla reflexión habla con sencillez como lo hace ver nuestro Señor.
    Le deseo paz y bien en nombre de Cristo Jesús.

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