Hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo
Cuarentena implica estar encerrados en la casa y no tener contacto con gente de afuera. Sin embargo nosotras, dos Hermanas Misioneras Siervas del Espíritu Santo de la Comunidad Santísima Trinidad de Chalinga, estamos viviendo una experiencia única e inesperada.
El día en que se declarara cuarentena por el corona virus, llegaron a nuestra comunidad una mamá joven con su hija de 16 años para pedir alojamiento por unos días, mientras encontraran una casa para vivir, pues en este momento se encuentran sin hogar.
Después de haber escuchado el motivo por lo cual solicitaban alojamiento, nos conmovieron y las acogimos en nuestra comunidad. Fueron pasando los días y la cuarentena se alargó por semanas -y tal vez por meses-. Estas dos “visitantes” ya las hemos integrado a nuestra comunidad: participan en las comidas, oraciones, celebraciones y tareas propias de una comunidad religiosa.
En este momento lo vemos como una bendición; hemos podido acoger a personas sin hogar en estos tiempos difíciles por la pandemia que estamos viviendo a nivel mundial. No solamente estamos felices por haberlas recibido a ellas, sino contentas por su compañía.
Dios escuchó nuestras oraciones, pues mucho pedimos por quienes están sin hogar y personas en situaciones de calle; y como respuesta de nuestras súplicas, ahora nos ha mandado estas personas para acogerlas en nuestra comunidad. Pensamos cuántas personas hay en la sociedad como ellas, sin hogar, en situación de calle. Hay familias enteras por situaciones económicas que tuvieron que abandonar su hogar porque no pueden pagar el arriendo, también hay personas que por la adicción a las drogas y alcohol lo perdieron todo, incluso a su familia. Estamos experimentando que la pandemia también puede enseñarnos algo positivo y nos invita a mejorar la vida comunitaria y la de la sociedad.
Escrito por
Hna. Ni Ketut Sumiarti, SSpS .
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