“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”
Hna. Rossina Jopia Muñoz
Misionera Dominica.
La página del evangelio de este día nos narra la curación de un hombre extranjero y sordomudo, el cual lo presentan a Jesús, e interceden por él, para que “le impusiera las manos”, con el claro propósito de libertad y confianza de que esta persona se sanase… Jesús escucha y acoge esta solicitud, y lo hace desde una actitud de respeto, al apartarlo de los demás.
Llama la atención que en el actuar de Jesús, realiza unos gestos y/o pasos: pone los dedos en las orejas, con su saliva le tocó la lengua, ora y además suspira, denotándose su sentimiento de compasión, y del respirar de la vida, desde lo más profundo de su deseo de responder por la reintegración de la salud para este hombre, y que lo lleva a expresar desde sus entrañas el: “Efatá”: “Ábrete”, con está orden le expresa tú vales, eres un ser valioso, eres un hijo de Dios, he ahí, que enseguida se le abrieron los oídos y soltó la lengua…
Y hoy a la luz de este evangelio podríamos preguntarnos a nivel personal, comunitaria, congregacional y eclesialmente ¿cuáles son nuestras sorderas? ¿De qué estamos sordomudos(as) o qué cosas o situaciones nos están provocando nuestras sorderas y enmudeciendo ante las exigencias de la realidad de hoy?
Ante esta la realidad del hoy, Jesús nos invita a trascender nuestras miradas y oídos y tomar conciencia de que estamos inmersos en una gran necesidad de ir hacia el encuentro, para escuchar, hablar y vivir con congruencia los valores del Evangelio, ante la pandemia del crecimiento de los sin vivienda, del desempleo, de la violencia institucional y familiar hacia las mujeres, la niñez, de la discriminación de género, de ideas, diferencias de credos, de razas e ideologías políticas y religiosas, que se ven reflejadas en actitudes y comportamientos que alimentan una cultura de la exclusión, contraria a los valores del Maestro. Por eso, es fundamental hacernos la siguiente pregunta: ¿Sabemos escuchar al Nazareno en esta nueva realidad que vivimos?
Hoy el Señor Jesús está tocando toda nuestra vida, nos está dando la oportunidad de abrirnos a los nuevos signos de los tiempos, desde las nuevas formas de comunicarnos, de relacionarnos, de nuevos modos de expresar lo que somos y tenemos, con una clara identidad personal y congregacional, enraizada en nuestra Opción Fundante, nutrida y sostenida por nuestras espiritualidades carismáticas, dialogantes hacia una cultura del encuentro, encarnando el Anuncio del gran sueño de Jesús: El Reino de Dios.
Esto nos impulsa a continuar apostando sin tregua y sin miedo, por la causa de la justicia, la verdad, reconciliación, compasión, en actitud de apertura dialogante a la diversidad y pluralidad, siendo conscientes de nuestras fragilidades, vulnerabilidades personales e institucionales… pues la humanidad nos está desafiando a caminar, de abrir nuevos surcos con nuevas maneras de acompañar, tejiendo creativamente nuevas relaciones fraternas, sororales, solidarias, reciprocas e incluyentes para caminar con y junto al amado pueblo de Dios.
Que resuenen, se siembre y florezca en nuestros corazones esta proclamación que traslucía el Nazareno y que la humanidad espera de cada uno(a) de nosotros(as): “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
Bendiciones.