«Ellos se pusieron en camino»
Solemnidad de la Epifanía del Señor
Hna. Jacqueline Rivas, CS
Catequista Sopeña
El evangelio según san Mateo, en lugar de la visita de los pastores, narrada por el evangelista Lucas, nos presenta la visita al niño Jesús de «unos magos que venían de Oriente».
Al meditar este evangelio, hay algo que llama poderosamente la atención y es que no basta saber para tener un encuentro con Jesús. Más aún, puedo saber mucho sobre Él y, sin embargo, no estar en disposición de encontrarme realmente con Él.
Mateo nos pone ante un gran contraste. Por un lado, unos sabios paganos que buscan un Salvador, alguien que dé respuesta a sus anhelos más profundos, a aquellas preguntas existenciales que todos tenemos dentro; y, por otro, unos sabios judíos (sumos sacerdotes y escribas), grandes conocedores de las Escrituras que, sin embargo, han dejado de creer y de esperar.
Los primeros, aunque sabios o, tal vez, precisamente por ello, saben que aún tienen mucho que aprender y descubrir y se ponen en camino. Han levantado los ojos al cielo, hacia las estrellas, en busca de respuestas. Los otros, en cambio, han aprendido unos textos de memoria; conocen las respuestas, pero no creen ni se dejan conducir por ellas.
Estas dos maneras de posicionarnos en la vida, tiene sus consecuencias. Aquellos considerados “paganos”, buscadores de Dios, lo encuentran y se postran ante Él; reconocen en un niño frágil, en la carne velada de un infante, a aquel a quien han buscado toda su vida. En cambio, aquellos “expertos” religiosos, se quedan en los libros, en lo que ya “saben”, pero no son capaces de ponerse en camino, de salir y, por ello, no encuentran precisamente a aquel de quien hablan las Escrituras…
Sin duda, las personas “religiosas” corremos ese riesgo, saber mucho, manejar muy bien las Escrituras, pero no estar ya en disposición de buscar, de salir, de ponernos de rodillas, en silencio, ante el misterio…
Estos días de Navidad son tiempos propicios para detenernos, para peregrinar hacia nuestro interior, hacia el corazón, hacia ese lugar donde Dios habita. Contemplemos a ese Dios hecho niño pequeño, débil y frágil para así, aprender también a descubrirlo en lo pequeño, débil y frágil de nosotros mismos y de nuestro mundo.