Hay que gastar la vida por el Reino
San Lucas 6,17.20-26
Hna. Teresa Figueroa Martínez
Carmelita Misionera
Muchas veces hemos leído y reflexionado este evangelio y no pocas hemos participado de retiros que nos introducen en la dinámica del Reino. Dichosos los pobres…. Los que lloran… alégrense si les persiguen, les excluyen, les insultan… por causa del Hijo del Hombre y…salten de gozo porque la recompensa será grande en el cielo…
Quizás a simple vista percibimos una actitud de pasividad de parte de quién está viviendo esas situaciones y se quedan en el conformismo de su vida, llena de injusticias y miserias, ¡total, cuando me vaya al cielo será diferente! ¡Y cuantos, de nosotros, nosotras, amparamos esta conformidad!
¿Pero es eso lo que quiere Dios? Y lo que dice a continuación nos da la clave para tomar posturas y actitudes de la vivencia del Reino: Ay de vosotros los ricos…los que están saciados…los que ríen… si todo el mundo habla bien de ustedes…eso hacían vuestros padres con los falsos profetas.
El problema no es el dinero, la risa, de que hablen bien… sino más bien de cuál es nuestra actitud frente a estas realidades y las realidades de nuestros hermanos y hermanas.
Y me pregunto: ¿qué es lo que me ata? ¿qué es lo que está impidiendo volcarme y dedicarme plenamente a que el Reino de Dios sea visible aquí y ahora? ¿Qué es lo que me da felicidad, donde la estoy buscando? ¿en qué estoy gastando mi vida?
La Palabra de Dios siempre me exhorta a cuestionar si estoy viviendo los valores del Reino y si estoy actuando conforme a él. Hoy más que nunca necesitamos leer junto con este texto el capítulo cuarto de este mismo evangelio cuando Jesús en la sinagoga lee el pasaje del profeta Isaías: “He venido a liberar a los cautivos, a dar vista a los ciegos, a llevar buenas nuevas a los pobres… y proclamar el año de gracia del Señor…”
Recordamos que este texto está precedido por las tentaciones de Jesús.
Nosotros, nosotras que seguimos a Jesús asumimos su proyecto cuando libremente tomamos la decisión de dedicar nuestra vida a su servicio y su causa. La causa de los pobres.
Ciertamente que el Señor al final de nuestros días nos dirá la siguiente Bienaventuranza:
Dichosos ustedes que gastaron su vida por construir un mundo más justo, más digno, más tolerante.
Dichosos ustedes que lograron vencer sus propias limitaciones por el Amor al prójimo, respetando su dignidad y luchando por la vida.
Dichosos ustedes que se alimentaron con mi Palabra, ya que ésta fue luz para vuestros pasos
Dichosos ustedes que liberaron su corazón para que Yo fuera en ustedes
Dichosos ustedes que supieron leer y discernir los signos de los tiempos
Dichosos ustedes que encontraron su felicidad en amarme con todo vuestro corazón
Alégrense y vengan a participar de mi banquete.