jueves , 21 noviembre 2024
el viento

Comentario Evangelio 30 de Octubre

“Zaqueo, baja aprisa, pues hoy tengo que hospedarme en tu casa”
(San Lucas. 19,1-10)

Hna. Yolanda Guajardo G.HSJ
Hijas de San José Protectora de la Infancia

    El texto Evangélico de este Domingo es precioso, como todo lo que está escrito en la Biblia; pero este tiene la característica de transportarnos talvez a nuestra niñes, adolescencia y juventud, de nuestros tiempos de preparación a los sacramentos donde los/as catequistas con su arte de enseñar, su lúdica entrega nos permitía imaginarnos este episodio. Ya adultos también podemos retomar ese lindo ejercicio de la imaginación, pero de una forma realista, centrada en nuestra vivencia actual y momento social.

   Escuchar nuevamente nuestro nombre pronunciado por el Señor Jesús , “ Zaqueo” ya es un encanto a nuestros oídos, que nos pida seguirlo “ baja a prisa” es retomar con nuevas fuerzas la misión que se nos encomienda, y que nos diga que se quedara en nuestra casa,  es un ¡desborde de felicidad!, un caudal de energía para preparar todo, que el Señor se encuentre a gusto en nuestro hogar y esa visita sea duradera porque no decir eterna; falta nos hace ver que el Señor nos está llamando que nos ofrece su visita, su compañía, ( que privilegio) compartir la vida cotidiana en nuestra comunidad, en la intimidad de nuestra vida donde se transparenta realmente nuestra forma de ser con los que compartimos la casa y toda nuestra actividad comunitaria, congregacional, eclesial; esforzarnos para ver pasar al Señor en esta tiempo que vivimos como País  y llamar la atención para que se fije en nosotros estemos donde estemos; que la multitud eufórica, aplastante, delirante por ver y escuchar a ese que nos permite trascender, no sea un impedimento para encontrarnos con ese Señor que pasa, que camina sumergido en esas multitudes, aglomeraciones ruidosas queriéndolo seguir y encontrarnos con Dios que nos muestre el Amor, la Paz, la compasión, la justicia, la ternura, que nos sane, que preste atención, como la da el Señor Jesús, que se separa del tumulto para dirigirse a quien lo quiere conocer y quien lo experimenta no puede dejar de seguirlo jamás, porque ese encuentro transforma nuestro corazón estrecho en un gran corazón pendiente de los demás, generoso a tal punto de decir delante de todos: “ Mira, Señor, la mitad de mis bienes se la doy a los pobres; Y si he defraudado alguno le restituyo 4 veces más”. Un abrazo fraterno a quien lee este pequeño escrito. Gracias. Estemos atentos, El Señor está llamando.

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