“¡El que tenga oídos, que oiga!”
Reflexión del evangelio según San Mateo (13, 24-43)
Hna. Rossina Jopia M.
Misionera Dominica del Rosario.
Desde un corazón agradecido, acogemos el evangelio de este domingo, que nos relata la parábola sobre el Reino de Dios, desde las reveladoras imágenes de la cizaña, el trigo y la levadura. En la primera imagen, nos recuerda que “el vecino hostil” siembra la cizaña para sofocar el crecimiento del trigo, el dueño de la siembra aconseja no arrancarla, pues afectará el crecimiento del trigal… Este consejo nos conduce a mirarnos en nitidez, ante nuestras reacciones y de las decisiones ante ciertas adversidades, obstáculos, dificultades que se nos presenta en la cotidianidad de la vida; preguntándonos cómo es nuestro modo de proceder e ímpetus ante las eventualidades sorprendentes y/o emergentes.
Esta palabra nos alienta a hacer conciencia, que en algunas vicisitudes de la vida nos dejamos llevar por el impulso de arrancar por arrancar algo, que puede perjudicar procesos de crecimiento, he ahí la insistencia de dar la oportunidad para “… dejar crecer”, hasta que llegue el momento preciso de la cosecha, y entonces, proceder con delicadeza, tiempo y sabiduría, ejercitándonos en el arte de cultivar la paciencia, atesorando el momento preciso para el discernimiento, desprendiéndonos de aquellas cizañas que ensombrecen nuestra esencia de humanidad e impide que podamos actuar con mesura.
La invitación que surge de esta palabra es dejar fluir el manantial de la confianza, ante todas las formas de manifestarse la cizaña, y que nos pueden conducir a la desesperanza en la realidad hoy vivida. El Nazareno, nos urge a caminar contra corriente, para que nuestros corazones se impacten por la humanidad de Dios.
La otra imagen es la referida al grano de mostaza, esa semilla insignificante, que no provoca ruido, ni hace alarde, aquella que no se hace notar, y que casi no se percibe…, ella nos recuerda la presencia encarnada del Resucitado, inundada de humildad, sencillez y que cuando llega su momento es capaz de cobijar, arropar, sostener a quien más lo necesite, pues su Gracia es la que nos da la consolidación y resignificación de nuestra fe, pues de este modo podemos acoger la llamada al servicio al pueblo de Dios, dejándonos transformar por la causa del Reino y su justicia.
Son esas semillas que hoy se están esparciendo, a través de las y los jóvenes universitarios, que por estos días le han dicho sí a Dios, al donar su tiempo de vacaciones académicas, aportando compromiso, generosidad, alegría, esperanzas y entrega de sus habilidades y formación profesional, a las familias que están siendo misionadas en algunas ciudades del país. Jóvenes que son esos granitos de mostaza, saliendo al encuentro de las familias, reconstruyendo desde la solidaridad, contribuyendo a mejorar la calidad de vida, desde las actitudes esenciales de la escucha, cercanía, signo visible del paso de Dios en los rostros concretos de las y los hijos del Dueño de la Vida, brotando en fermento de humanidad.
De este modo, podemos encontrar el sentido de la levadura en la masa, que se complementa desde ese actuar en silencio paciente, de la mujer que amasa para hacer crecer la vida, transformando creativamente la fortaleza, resignificando nuestras presencias en cada lugar donde nos encontramos amasando la esperanza, los sueños, anhelos y luchas del pueblo de Dios en esta hora de Gracia que nos toca vivir hoy la humanidad, por eso, le pedimos que nos conceda sabiduría y docilidad de espíritu, para acoger y hacer crecer las semillas del Reino.
Bendiciones sororales.
