jueves , 18 julio 2024
el viento

Comentario Evangelio 20 de Agosto

La fragilidad nos sana y salva

Hna. Carolina Madariaga M.
Religiosa del Buen Pastor

El evangelio de hoy siento que me asombrar al dejar de lado todo lo conocido, reflexiones escuchadas y vuelve a ser Buena Nueva, vuelve a manifestarse el Reino en la Palabra encarnada.

Hoy somos invitados/as a ponernos de frente ante la fragilidad de Jesús de Nazaret, pero ¿cómo Jesús es frágil?, o podemos expresar: ¡No puede ser posible! Y creo que esta experiencia nos pone de frente ante la fragilidad de Jesús, como la de la hija de esta mujer.

Vemos a Jesús muy entero, convencido de lo que debe hacer y encaminado hacia lo que el intuye es la voluntad del Padre, sin embargo, este encuentro muestra su tozudez, orgullo de  creer que está muy clara cuál es y en dónde la misión, tanto así, que responde con palabras de dureza y escandalo al tratar al otro de perros. Sin embargo, el amor apasionado de la madre, le permite entablar un diálogo que hace ir a Jesús más allá, y esto desconcierta.

En este momento, la fragilidad humana se encuentra y se necesitan. Jesús necesita que la mujer lo saque de su ceguera y le amplie la mirada, enfrentando su fragilidad, incomodándolo con sus respuestas. Preguntémonos ¿No nos sucede lo mismo a nosotros/as?. Hagamos el ejercicio de ponernos en lugar de Jesús, y que otro/a nos cuestione y nos pida dejar lo conocido para volver la mirada hacia otro espacio o realidad.

Estamos en un tiempo crítico como vida religiosa, vamos de camino hacia las “ovejas perdidas de Israel”, manteniendo nuestras obras, estructuras, apostolados conocidos; y no hay nada de malo en ello, empero, Dios tiene una gracia especial de sacarnos siempre de nuestra comodidad, y llevarnos más allá, sabiendo que no hay una única ruta para el Reino.

Las preguntas que me surgen si estuviera en el lugar de Jesús son: ¿Hacia dónde voy?, ¿Dónde están esas ovejas perdidas de Israel?, ¿Por qué me incomoda el atrevimiento de esta mujer? ¿Qué me molesta de esta realidad? Porque al fin de cuentas es la realidad que se impone al Maestro, lo saca de donde esta instalado, molesta, incomoda, hasta decir una frase que escandaliza de aquellos que no son de los suyos. Y a nosotros ¿Qué nos saca de lo conocido y nos provoca algo similar?

Siento que el evangelio de hoy nos llama a dejarnos encontrar con lo bello y doloroso que es la propia fragilidad, y dejarnos afectar por el otro/a en la escucha, el diálogo, la confrontación y el ejercicio interior de acoger lo nuevo que surge.

Que provocador es el encuentro desde la fragilidad. Dejemonos como vida consagrada, como Iglesia provocar, por la realidad que el plan de Dios tiene caminos insondables para cada uno/a. Quisiera terminar parafraseando el pregón pascual: Feliz la culpa que mereció tal redentor: “Feliz fragilidad que nos permite la sanación y transformación”.

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