jueves , 21 noviembre 2024
el viento

Comentario Evangelio 03 de Diciembre

“Vigilantes en el amor”

H. Alejandra Cortez Espinoza
Religiosa de María Inmaculada

“Estar prevenidos, porque no sabemos el momento, estar en vela sin dormirse a la espera de la llegada del dueño de casa…” Estas expresiones de Jesús nos recuerdan la parábola de las diez vírgenes; cinco de ellas previsoras y cinco no, destacándose la virtud de las jóvenes que pensaron en la posibilidad de que el novio llegara a una hora diferente de la esperada, y por lo tanto, guardaron celosamente, aceite en sus lámparas, preparándose para cumplir de la mejor forma con la misión que tenían asignada.

Sin duda, a nosotras/os, como religiosas/os, estos textos nos debieran remitir a  la vigilancia propia de quien ha entregado su vida a corazón entero en servicio de una persona: Jesús, y así como la esposa del Cantar de los Cantares estar con los ojos abiertos  a pesar de las diferentes oscuridades de la vida: “Yo duermo, pero mi corazón vela: oigo a mi amado que golpea.” (Cant.5,2)

¿Pero cuáles son esas vigilancias necesarias? ¿Cómo y en qué reconocer al amado que golpea a mi puerta, o al dueño de casa que viene de improviso? Tengo la sensación de que tenemos algo así como una ceguera ante las realidades donde se muestra Jesús, y esto me hace recordar aquél famoso libro de Saramago que se refiere a este tema de la ceguera de manera magistral; lamentablemente nuestros ojos, muchas veces están cerrados ante ese Jesús que camina por las calles y que viene de improviso; a veces lleno de miseria, otras, con los ropajes de los vulnerables, los migrantes, y descartados de la sociedad, o bien con la indumentaria de los que no creen o son contrarios a la fe…Da la impresión que en algunas situaciones sociales nos alineamos con los poderosos, con el status quo, con la regla y un deber ser construido a lo largo de los siglos y que probablemente no coincida con el deber ser de Jesús.

Creo que cabe preguntarnos si como religiosos/as, en este contexto social chileno, estamos o no, despiertos/as, vigilantes y atentos/as a esas llamadas de Jesús que golpea nuestras puertas clamando justicia social, inclusión, acogida, escucha, oportunidades. ¿Con quién nos alineamos? ¿Somos capaces de reconocer la presencia de Dios y el soplo del Espíritu en esta compleja realidad? ¿cómo expresamos el amor y la profecía?

Ojalá que el aceite del amor nunca se agote en nuestras lámparas, y que la presencia de nuestro estilo de vida en la sociedad, sea en verdad luz que ilumine proféticamente, luz que irradie la fuerza del Evangelio despertando los ojos adormecidos a la belleza del bien, de manera que por más difíciles que sean los caminos a transitar, siempre sepamos estar alertas a las venidas de Jesús en los rostros de nuestros hermanos y hermanas más desprotegidos, que simplemente esperan de nosotros/as unos ojos abiertos y vigilantes,   “No sea que Jesús llegue de improviso y nos encuentre dormidos/as”.

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