Es hora de aprender de la historia, dejando el “astigmatismo eclesial” que difumina la atención a las víctimas por fijarse en el prestigio de la institución; y también habrá que curarse de la “presbicia institucional” -a veces ceguera espiritual- que impide ver la necesidad de reparación porque se ve deslumbrada por el escándalo que pretende silenciar. Las generaciones pasadas nos deberán retroalimentar con sabiduría, no con la normalización del maltrato; y deberán buscar la reparación integral y no la prescripción legal.
– Fr. Jesús García, OFM Cap