Jesús: modelo de maestro sencillo y paciente
Hno. Tomás Villalobos Herrera.
Clérigos de San Viator
En el evangelio de este domingo 16 de junio (Marcos 4, 26-34) Jesús recurre a imágenes muy sencillas y bellas para que sus discípulos pudieran comprender la realidad profunda del Reino de Dios.
Jesús se toma el tiempo de describir un procedimiento agrícola tan obvio y simple con la finalidad de que todos los que lo escuchaban podían llegar a comprender el mensaje. Con la información que se tiene hoy de la cultura de aquella época, sabemos que los integrantes de una humilde sociedad agrícola y ganadera debían conocer necesariamente los procesos naturales de las hortalizas. Es altamente probable que Jesús en su infancia y juventud haya colaborado también con algunas labores en el campo, por lo que no habrían sido acciones desconocidas para él. Jesús no construye complejos esquemas argumentativos como lo hicieran los grandes filósofos griegos de esos tiempos. Él no teme dar a conocer el enorme misterio del Reino de Dios utilizando el lenguaje y conocimientos previos de sus oyentes. Es un hombre sencillo, un maestro que enseña con sencillez a sus discípulos.
También a nosotros hoy nos invita a acoger su profundo mensaje con un corazón sencillo. Pienso en todos los religiosos que hemos recibido algún tipo de formación teológica tanto en el noviciado, en centros de estudios o en alguna universidad. Puede aparecer en nosotros el deseo de querer compartir con todo el mundo esos contenidos que iluminan la mente y el espíritu, pero podemos caer en la tentación de querer hacerlo con esas complejas categorías que la teología ha utilizado como herramientas para ordenar los conceptos. No estoy diciendo que la teología sea algo malo, sino que debemos recordar que nuestra acción evangelizadora ad extra, pero también ad intra, debe apuntar a que la mayor cantidad posible de personas puedan llegar a conocer el mensaje salvífico a fin de que todos los seres humanos se salven y lleguen a conocer la verdad (cf. 1 Tim 2,4). Para ello, debemos hacer todos lo esfuerzos posibles para que el mensaje se entienda en cada contexto, adaptando nuestras formas de comunicar con nuevas estrategias el mensaje que hemos recibido, sin que por ello debamos renunciar a lo central del Evangelio, que es predicar a Jesús que ha venido a instaurar el Reino de Dios para que toda la humanidad tenga vida y vida en abundancia (cf. Jn 10, 10).
Jesús utilizó como parábola del Reino de Dios una semilla, un campo y un agricultor. También nosotros estamos llamados a transmitir lo fundamental de manera sencilla, enseñando con paciencia a los que quieran ir profundizando en la formación de la fe con la misma paciencia que tenía Jesús, quien a sus amigos en privado les iba explicando todo.