sábado , 20 julio 2024
el viento

Comentario Evangelio 21 de Julio

Regreso con gozo bullicioso

Ramón Gutiérrez Pavez.

Asuncionista

Regresan los misioneros enviados por Jesús, él los espera con evidente alegría y los invita a descansar. Ellos se lo merecen. Los obreros del Reino han sido bien recibidos y a veces no tan bien. Hay cansancio, pero lo que más hay es la tranquilidad de estar en casa, haber cumplido la misión y gozar el Amigo que los envió. 

Este encuentro es compartir; no es una evaluación formal como las que acostumbramos en la Iglesia y que son muy aburridas; reconozcamos que no son los mejores momentos, son por decir lo menos, tediosos.

Algo sucedió con estos hombres que pretendían estar tranquilos con el Señor, porque se divulgó la noticia y empezaron a llegar personas de todos los poblados vecinos y, parece que calculaban dónde iban a desembarcar, porque allá corrieron y unos cuantos, más otros tantos se convirtieron en una multitud.

En medio de ese tumulto, porque tiene que haber sido eso, Jesús se compadeció de esas personas. 

Recuerden, hermanas y hermanos, lo que se experimenta, especialmente al regreso de vacaciones, en los terminales de buses y el aeropuerto. Enjambre de abrazos, llantos y expresiones de alegría.

¡Así es nuestra vida!

No perdamos esos momentos emocionantes, los reencuentros deben ser siempre con expresiones de afecto y acogida, si de verdad somos hermanos y hermanas nos tenemos que regocijar con los que llegan. Hay que hacer fiesta comunitaria constantemente. La gran fiesta es la Eucaristía, pero la fiesta humana es la mejor inversión comunitaria. Que se ocupa tiempo, es la mejor forma de ocupar el tiempo en común. Que se gasta un dinero extra porque se compra una bebida o un postre, es la mejor inversión. Se está construyendo comunidad. 

El mejor testimonio que podemos dar es estar unidos. Una comunidad religiosa donde cada uno anda por su lado, simplemente NO ES comunidad y con esa actitud estamos dando mal ejemplo y siendo infieles al llamado.

Jesús no podía dejar pasar ese momento para hacer lo suyo, lo propio: Enseñar. 

Dice el Evangelio que enseñó largo rato.

Mi generación, de religiosos, tenemos unas marcas muy especiales. Pareciera que nuestros formadores y formadoras eran del mismo molde (especialmente maestras y maestros de noviciado). ¡Puede ser! Porque había una manera y unas formas de ser religioso o religiosa. En mi caso hasta la manera de llevar los antebrazos bajo la esclavina. Eso no era al lote, era de una manera determinada por la tradición y las costumbres. Muy bien aquello porque fuimos formados con “un pie antes del Concilio Vaticano II y con el otro pie en el primer momento post conciliar”. ¡Qué maravilla de época! Todo se revisaba, todo se cambiaba. Fuera una serie de costumbres bastante añejas y ajenas al seguimiento del Señor. 

Felizmente tuvimos formadoras y formadores que supieron mantenerse firmes en aquella época de tempestades y vientos fuertes. Y nos formaron bastante bien y salimos religiosos y religiosas bastante normales y audaces, aventureros, misioneros, entregados a los demás.

La vida religiosa de esa época marcó lo que hoy somos.

Jesús con los que regresan de una misión es muy elocuente con sus signos. Los lleva a un lugar desierto. Para estar a solas con ellos, para que se serenaran de sus experiencias vividas en la tarea que acababan de terminar.

Desde ahora, desde ese encuentro, comenzaba otra tarea. Aquí se expresa la forma de trabajar con el Señor y responder a su llamado. Pequeñas detenciones, para fortalecerse y la tarea sigue, porque es inmensa la multitud que andan como ovejas sin pastor.

Nosotros, mujeres y hombres consagrados, estamos inmersos en esta multitud que marcha sin rumbo. No nos aseguremos que nosotros también podemos errar, podemos andar sin rumbo sin darnos cuenta. Por eso la comunidad es indispensable, ella nos refuerza, ella nos ayuda en el camino recto, ella es la vía querida por el Señor. 

No puedo resistirme a salirme del tema que nos propone el Evangelio. Disculpen.

Esta semana que iniciamos recordamos a dos santos: Santa Ana y san Joaquín. Los abuelos de Jesús. No entro en el tema de su origen, en las historias que los rodean, en los estudios que hacen referencia a este matrimonio. Simplemente recuerdo y doy mi saludo afectuoso a una infinidad de religiosas que tienen como patrona a Santa Ana. No la podemos imaginar sino como una mujer dulce y buena, lo mismo al abuelo de Jesús, a quien llamamos Joaquín. Tenemos también gran cantidad de personas que tienen estos nombres, Ana y Joaquín. Dios los acompañe siempre.

PODCAST REVISTA TESTIMONIO

MENSAJE FINAL LII ASAMBLEA

LINKS DE INTERÉS

ARTÍCULOS RELACIONADOS

el viento

Comentario Evangelio 07 de Julio

“Y Jesús era para ellos un motivo de escándalo”Marcos 6, 1-6a Sandra...

el viento

Comentario Evangelio 30 de Junio

«No temas, solo ten fe»  (Mc 5, 21-43) Hna. Jacqueline Rivas, CS...

el viento

Comentario Evangelio 23 de Junio

¿Quién es este…?Mc 4,41b Hna. Claudia, ap El Evangelio de hoy concluye...

el viento

Comentario Evangelio 16 de Junio

Jesús: modelo de maestro sencillo y paciente Hno. Tomás Villalobos Herrera. Clérigos...