Víctor Pizoltty
Hermano Franciscano.
Evangelio según San Juan 18,33b-37.
La iglesia concluye el año litúrgico con esta solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo. Al escuchar la palabra “Rey” se nos vienen en la cabeza ideas de una persona que tiene la potestad o poder de gobernar un territorio, también es la imagen de un país; donde el rey le da carácter al país, y a su gente. Y también las personas identifican a su rey y su reinado. También por otro lado , en la historia de reyes, vemos que hubo reyes que se comprometieron y amaron a su pueblo y lo protegieron y cuidaron de enfermedades y plagas hasta morir por su pueblo. Pero también me viene a la cabeza tronos, castillos poder, dinero y en algunos casos corrupción , asesinatos, esclavitud, intrigas durante la historia de la humanidad .
Si todo esto lo ponemos en el contexto en el tiempo de Jesús, Él fue testigo del poder existente de los reyes y emperadores y las luchas del poder religioso judío y del poder del imperio romano. En ese contexto Jesús se atreve decir que si es el rey frente a la pregunta de Pilatos, “¿ Eres tú el rey de los judíos?”, y responde, “tu lo dices yo soy Rey” , acepta todo que se venía, de su respuesta, fue consecuente con su predicación del Reino de los Cielos que fue el núcleo de la predicación de Jesús.
Es esta propuesta del reino de Dios, es que aceptamos libremente, no se impone. Aceptamos esta propuesta de reino, de libertad y de justicia y verdad. No es una propuesta de poder, sino que de servicio, caridad y de amor. Donde nos identificamos con ella. La iglesia, asume la propuesta de Reino de Dios, imagen de servidora y todo el pueblo de Dios, concretamente, tanto su “Jerarquía», sacerdotes, como diferentes institutos religiosos en su diversidad de carismas, que están al servicio del Reino de Dios. Y todos los que pertenecemos a la iglesia en nuestro propio carisma. No podemos dejar de pensar sobre el Reino de Dios en nuestra práctica religiosa, basada en el servicio humilde y pobre. Donde rechazamos al poder, el boato, el prestigio del ego engañador, el dinero, y toda clase de poder de las vivencias humanas, donde se ha sometido a la humanidad y toda la creación. Somos servidores, del Reino de Dios.
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