El 27 de mayo 2018, en el colegio de las Hnas. Dominicas de la Presentación se realizó el Segundo Encuentro del año, al que asistieron 20 religiosas y 2 religiosos. Un momento de adoración al Santísimo, con el Mensaje del Papa Francisco a la Vida Consagrada de Chile, en la Catedral de Santiago en enero del presente año.
Un momento para compartir las novedades de familia y un importante espacio de reflexión sobre ¿Cómo tenemos que vivir como vida consagrada en la iglesia y sociedad de hoy? De forma creativa se compartió la reflexión (un dibujo, una canción, unos puntos de meditación, una estatua, un poema, un elemento de la naturaleza, una fórmula matemática) y se concluyó con el último párrafo del texto del Papa a los Obispos en su encuentro en Roma:
“Hermanos, no estamos aquí porque seamos mejores que nadie. Como les dije en Chile, estamos aquí con la conciencia de ser pecadores-perdonados o pecadores que quieren ser perdonados, pecadores con apertura penitencial. Y en esto encontramos la fuente de nuestra alegría. Queremos ser pastores al estilo de Jesús herido, muerto y resucitado. Queremos encontrar en las heridas de nuestro pueblo los signos de la Resurrección. Queremos pasar de ser una Iglesia centrada en sí, abatida y desolada por sus pecados, a una Iglesia servidora de tantos abatidos que conviven a nuestro lado. Una Iglesia capaz de poner en el centro lo importante: el servicio a su Señor en el hambriento, en el preso, en el sediento, en el desalojado, en el desnudo, enfermo, en el abusado… (Mt. 25,35) con la conciencia de que ellos tienen la dignidad para sentarse a nuestra mesa, de sentirse “en casa”, entre nosotros, de ser considerados familia. Ese es el signo de que el Reino de los Cielos está entre nosotros, es el signo de una Iglesia que fue herida por su pecado, misericordiada por su Señor, y convertida en profética por vocación (27). Hermanos, las ideas se discuten, las situaciones se disciernen. Estamos reunidos para discernir, no para discutir.
Renovar la profecía es volver a concentrarnos en lo importante; es contemplar al que traspasaron y escuchar “no está aquí ha resucitado” (Mt. 28,6); es crear las condiciones y las dinámicas eclesiales para que cada persona en la situación que se encuentre pueda descubrir al que vive y nos espera en Galilea”.
Fue un grato y fraterno encuentro donde se compartió con sencillez la vida y la mesa.
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