En 1978, el cardenal Silva Henríquez convocó a vivir el año de los Derechos Humanos en plena dictadura. Atrevida empresa.
El año se inauguró el 24 de abril y se extendió hasta el 25 de noviembre, día en que se clausuró el simposio de los derechos humanos que convocó a miles de personas y observadores internacionales también. Los ojos estaban puestos en qué podría suceder. Militares parapetados afuera de la catedral, pero nada podían hacer.
El simposio se inauguró con la presentación de la cantata “Caín y Abel por los Derechos Humanos”, con texto de Esteban Gumucio y música de Alejandro Guarello. La obra relata lo sucedido en las dictaduras latinoamericanas, especialmente en la chilena, comparándolo con la muerte de Abel en manos de su hermano Caín. Según recuerda el mismo Esteban Gumucio en un libro entrevista publicado por la Congregación de los Sagrados Corazones, la Vicaría de la Solidaridad organizó este espacio “sin decirle nada al gobierno militar. La iglesia tenía derecho a hacerlo y, para mayor seguridad, se pensó: “Tenemos que hacerlo en la catedral. Ahí no puede meterse nadie ajeno”. Una vez que se decidió esta iniciativa, se invitaron personalidades importantes. Por ejemplo, estaba el cardenal Daneels, arzobispo de Malinas-Bruselas, en Bélgica. Se pensó que este acto en la catedral no debería incluir solo discursos, sino que debería convertirse en un acto cultural hermoso. Me pidieron entonces que hiciera una cantata. Y yo la escribí. Rápidamente me salió, porque esas cosas empiezan a trabajarle a uno. Creo que en una semana la saqué”.
En la “Carta de Santiago”, ratificada por los participantes al finalizar el simposio, había una declaración que un grupo de laicos comprometidos con los derechos humanos han cumplido cada año: Hoy, en esta Iglesia Catedral, hemos encendido una luz de esperanza en medio de un mundo que busca claridades. Continuaremos caminando al resplandor de esta luz para que nuestras acciones e inspiraciones, nuestros proyectos y deseos, renueven la esperanza entre los oprimidos del mundo entero. Cada 25 de noviembre encenderemos la llama de estos cirios para unirnos de nuevo como hoy a renovar nuestro compromiso de luchar para que todo hombre tenga derecho a ser persona.
Este 2018, a 40 años del Simposio Internacional de los Derechos Humanos, cuatro instituciones de iglesia se han reunido para conmemorar esta fecha; Caritas Chile, la Vicaría para la Pastoral Social y de los Trabajadores, la Universidad Católica Silva Henríquez y la Congregación de los Sagrados Corazones. Así, el próximo domingo 25 de noviembre, a las 18 horas en el frontis de la parroquia San Pedro y San Pablo en la comuna de La Granja (Av. Padre Esteban Gumucio 0498), donde descansan los restos de Esteban Gumucio, se renovará este compromiso por la defensa de los derechos humanos, no solo en el país y en el mundo entero, sino especialmente en nuestra iglesia. En esta oportunidad se podrá presenciar un fragmento de la Cantata de los Derechos Humanos. “No nos robarán la esperanza” es el título de la convocatoria, frase perteneciente al texto de la cantata, y es una invitación a tener un espacio de memoria y esperanza en el cuidado y la defensa de los derechos fundamentales de todos y todas.
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