“Trabajen… por un alimento que dura y da la vida eterna”
cfr Jn.6,27
Hna. Claudia, ap
El llamado “discurso eucarístico” del Evangelio de Juan que la Liturgia nos presenta este domingo, quiere movernos una vez más a centrar nuestra vida en aquello que es esencial y verdaderamente importante: Jesús, pan de vida eterna.
Todo discípulo sabe y experimenta que en el camino del seguimiento del Señor se van purificando las motivaciones que llevan a seguirlo y servirlo en los hermanos; como expresa el Evangelio de hoy, el seguimiento no es auténtico si sólo busca “hartarse de pan” cfr Jn 6,26,
que bien podría entenderse como seguridad, reconocimiento, alabanza y de tantas otras maneras que son dañinas porque al estar en función de uno mismo van empequeñeciendo el compromiso y al final de cuentas encierran al discípulo en una tibieza que muchas veces no le permite abrirse y entregarse a Dios y a los demás.
Trabajen nos dice Jesús, romper la modorra de la tibieza no es fácil, arriesgarse, creer, esperar son verbos y por tanto denotan que debe haber un movimiento que nos ponga en camino para poner nuestro grano de arena hoy día en la gran tarea de la fraternidad humana, de la sinodalidad que quiere ser expresión de un amor que en la cruz se derrama para todos.
Un alimento que dura necesitamos alimentarnos para seguir adelante, la “Eucaristía” es nuestro alimento por excelencia, ella nos reúne como pueblo, nos permite acogernos a la misericordia de Dios, escuchar su Palabra, re-encontrarnos con el Hermano, compartir la paz que se nos ha dado para entregarla a quienes lo necesitan, fortalecer nuestra entrega porque es quien Dios cuida de nosotros y su gracia nos va sosteniendo día a día.
(que) da la vida eterna Jesús nos conduce al encuentro con el Padre; los milagros que realiza según el evangelista Juan no son más que “señales” y por tanto nos recuerda que no debemos quedarnos en el signo, tenemos que ir más allá, al sentido profundo que dinamiza nuestra entrega como creyentes y consagrados: la promesa de la vida eterna.
Cada paso que damos hoy nos acerca un futuro que plenifica nuestra existencia no a través de la “ley” cfr. Jn6,32 como pensaban los judíos sino a través de la persona de Jesús a quien el Padre ha enviado para comunicarnos “vida plena” cfr Jn10,10 la que alcanzamos soltando las falsas seguridades y poniéndonos en actitud de entrega como el Maestro, que vino “a servir y no a ser servido” cfr. Mt 20,28Son muchas las situaciones que reclaman atención hoy en día en favor de aquellos que siguen hambrientos, pero no debemos olvidar que “lo oído y aprendido” “lo que nos contaron” cfr sal 77 sólo podemos darlo a conocer si lo hemos hecho vida en nosotros primero.