Ver la estrella les dio muchísima alegría. Mt 2,10
Hna Claudia, ap
Apostolado Popular del Sagrado Corazón
A la alegría de comenzar un Nuevo Año con la esperanza de que sea mucho mejor que el anterior, renovando nuestro deseo de felicidad para quienes queremos y para quienes comparten con nosotros el camino de la vida en diferentes ambientes y tareas, le sigue el llamado de detener la mirada en la “Epifanía del Señor” es decir en su “revelación, manifestación” a todas las naciones de la tierra, como lo señala el profeta Isaías “Los pueblos se dirigen hacia tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora”. (cfr Is 60,1-2).
Hoy sabemos que ese pasaje corresponde al Tercer Isaías; el pueblo ha pasado por el dolor del exilio y ven en el regreso a su tierra una muestra del amor fiel y misericordioso de Dios que jamás les ha dejado solos “Pues si bien cuando estuve enojado te pegué, llevado por mi buen corazón, me compadecí de ti” cfr Is 60,10.
El regreso significa no sólo la reconstrucción del Templo y de las murallas de la ciudad, sino también su tejido social, especialmente las relaciones con aquellos que no pertenecen al Pueblo elegido. Frente a la tentación de la exclusión, Dios una vez más anuncia que su salvación llegará a todos “Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra” Is cfr 49,6. Y es esa salvación que llega a todos es la que se hace realidad en Jesús y se expresa bellamente en la narración en la visita de los magos de oriente que han “visto salir su estrella y venimos a rendirle homenaje” cfr Mt 2,1ss
La Encarnación de Jesús nos trae la paz y la reconciliación con Dios permitiéndonos mirarnos como hermanos, su Epifanía nos recuerda que no basta con reconocerlo, con saber que es el Salvador; estamos llamados a ir hacia Él, a desenmascarar valientemente lo que se le opone, a quitar los obstáculos que nos impiden acercarnos, a abrir el corazón para acoger su Palabra y testimoniarla en medio de quienes nos rodean con nuestras palabras y obras, sólo así iremos construyendo paso a paso y junto a otros la gran fraternidad humana en la paz y justicia que tanto anhelamos.
Que en este año del Jubileo, llamados a crecer en esperanza y venciendo la tentación de la polarización que nos divide en buenos y malos, podamos cada uno desde el lugar y servicio que nos corresponda realizar, reconocer la presencia de Jesús, orientarnos hacia Él y hacerlo presente a aquellos que aún no lo conocen o se han alejado de Él.
