Donde esté tu corazón, ahí estará tu tesoro
Evangelio según San Lucas 12,32-48
P. Aldo Gajardo, religioso Asuncionista
Rector Santuario de Lourdes Santiago
El seguidor de Jesucristo, quien se ha hecho discípulo suyo, es una mujer o un hombre que vive con la mirada puesta en su rostro y en la extensión de su Reino. Su sola existencia es un anuncio de la primacía de Dios y de una vida construida en las opciones del Reinado del Padre. Todo cristiano y cristiana, es ante todo testigo del Reino, que el Padre ha querido darnos.
Este testimonio encuentra su caudal en una triple manifestación:
1.- Estar despiertos y despiertas, no adormecidos por el ambiente cultural del momento o embotados en los vaivenes de las propias contingencias. La vida es mucho más que las preocupaciones o las cosas, la vida es mucho más profunda que nuestros miedos, inseguridades e incertidumbres. Estar en vela, es lo que nos hace descubrir la esperanza y encontrar los semillas de vida nueva que brotan a nuestro alrededor.
2.- Vivir despojados, nuestra seguridad está en Dios y su proyecto. Por eso no tememos, estamos en su manos, sabemos que él dirige todo con sabiduría. El despojo es la principal virtud de la fe. Una vida enraizada en la fe, no necesita de títulos, ni de posesiones para ser, sólo necesita confiar.
3.- Atención del corazón, pues donde está el corazón está el tesoro. Vivir atentos a nuestro corazón, a nuestras inclinaciones, a nuestros apegos, deseos y anhelos, van develando el verdadero tesoro que buscamos. No hay nada más verdadero, que la verdad que se encuentra en nosotros mismos. Esa verdad es la que hay que mirar, contemplar siempre, para encontrar la verdad de nuestras relaciones y la verdad de nuestra opción por Jesús y su Reino.
El corazón de Jesús palpita por su gran pasión, el Reino de su Padre. Nosotros sus discípulos y discípulas palpitamos por esa misma pasión.
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