Como centinelas de esperanza
Hna. Sandra Henríquez, cm
Nos encontramos a días de “conmemorar” (recordar, hacer memoria) de uno de los momentos más dolorosos de nuestra Patria, y volvemos a reconocer que hay heridas que todavía necesitan ser curadas.
Las lecturas de este domingo nos ofrecen las señales para volver a la memoria que mantiene la identidad de una nación.
En primer lugar, Ez 33, 7-9: Resguardar como centinela la profecía activa que no sólo denuncia el mal causado, sino que se dispone para ser un faro de advertencia, una voz de alerta tan potente que logre hacer que el trasgresor convierta su conducta. Es su responsabilidad, pero también la de todas y todos los que, como centinelas, mantenemos el alma de nuestra Patria y nos comprometemos a resguardar su futuro. (Cardenal Raúl Silva Henríquez.Te-Deum del 18 de septiembre de 1974)
En segundo lugar, Mt 18, 15-20. El evangelio insiste en que el amor corresponsable apuesta por el diálogo como elemento transformador para toda la comunidad: Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. El Papa Francisco nos ha exhortado en muchas ocasiones a buscar en todo, la fraternidad universal que promueve el amor, la justicia, la reparación. Fraternidad que se construye con acciones dialógicas, estas son las que promueven el entendimiento, la creación cultural y la liberación; por el contrario, las que no lo son, distorsionan la comunicación y reproducen poder ((Paulo Freire, Teoría de la acción dialógica).
En tercer lugar, Rom13,8-10. Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo, ha cumplido la ley…: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud. Es urgente, después de 50 años, volver a confiar, y empeñarnos en la reconstrucción de aquello que hoy sigue hiriendo nuestra memoria con la caridad, esa ley del Espíritu que nos impulsa a apostar por el valor de la dignidad humana, el respeto, la solidaridad.
Que esta conmemoración del golpe cívico – militar, sea un nunca más, y también, el reconocimiento de todos aquellos “golpes” que hoy siguen poniendo en riesgo, el alma de Chile, nuestro futuro: La narco-cultura, abusos, migración, corrupción, mujer, diversidad sexual… y decidirnos a ser centinelas de esperanza.
