Hna. Miriam Muñoz
Religiosas Filipenses de Achao
¿QUÉ DEBEMOS HACER?
Lc 3, 2-3. 10-18
Cuando en Chile estamos a las puertas de decidir quién será el próximo presidente que gobernará la nación y después de vivir una primera vuelta en que se pueden hacer muchas lecturas de los resultados y del comportamiento de los votantes y de los que se restan a ejercer este deber cívico, no dejo de admirar la personalidad de Juan Bautista apasionado hasta más no poder, con una claridad profunda de quién es y a qué está llamado. Un tipo coherente que no hace otra cosa que anunciar la Buena Noticia desde una actitud que nos recuerda que la justicia social es tarea de todos y que es una parte primordial del “programa” que nos propone Jesús para vivir en la caridad evangélica.
Que gran falta nos hacen hoy personas, especialmente líderes y referentes como Juan Bautista que vivan en la línea de la justicia social como un estilo de vida para crear y contagiar una cultura humanizadora que esté impregnada de honestidad, franqueza y bien común.
Cuando hoy nos sentimos muchos desilusionados ante tanta crisis, corrupción, engaño, frustración Juan nos presenta un modelo de cómo ganarse la confianza y el respeto desde una vida austera, sin dobleces, que no busca los reconocimientos para él, el dinero, no se aprovecha de su “cargo” sino que sabe que su misión y mensaje es concreto y se entrega sin medida.
Ante la pregunta ¿Qué debemos hacer? Juan responde sin miedo y con convicción dirigiéndose a las gentes, a los cobradores de impuestos y soldados para abrirles la mente y el corazón, interpelándolos a compartir sus bienes, a no oprimir a sus hermanos, a tratarlos dignamente. Definitivamente el amor y dar con alegría acompañados de la justicia que construye paz y armonía nos hace felices porque es una manera directa de encontrarnos con Dios.
Que este mensaje tan claro y profundo nos impulse a comenzar a hacer el balance de lo vivido durante los doce meses transcurridos de este año poniendo en la balanza lo que estoy haciendo con lo que debo hacer de acuerdo a lo que nos pide el Evangelio y demos una respuesta valiente despojándonos de nuestras comodidades y egoísmos.
El adviento que nos prepara a recibir al Mesías sacuda nuestra fe y vida y nos mueva a cuestionarnos si nuestro seguimiento realmente es de un compromiso incondicional siendo luz para los demás para alumbrar el camino en los ambientes en que nos movemos, desde nuestras responsabilidades, trabajos cotidianos, nuestros oficios, profesiones y vocación.
No olvidemos que cuando somos capaces de detenernos y mirar nuestra realidad nace la pregunta de cara a Dios ¿Qué demos hacer? No hagamos oídos sordos a su llamada radical porque, es la mejor forma de transformar nuestro entorno.