“Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”
( Lc 3, 16 )
Hna. Yolanda Guajardo G., H S J
Un texto muy bien narrado por San Lucas, a tal grado que nuestra imaginación vuela al río Jordán, porque fuimos enseñados desde pequeños con buenas pinturas, el arte nos permite ver y revivir ese momento grandioso donde Juan Bautista y Jesús se encuentran y nos entregan la lección de humildad, Juan dice “Yo los bautizo con agua, pero viene uno más poderoso que yo, a quien ni siquiera soy digno de desatarle la correa de sus sandalias; Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego”.
Jesús, el más poderoso y el más humilde, la humildad es el Amor, ese Amor que Jesús nos entrega al ser nosotros bautizados, que nos unge con el Espíritu Santo para que seamos también llamados como él “Hijo muy querido”.
Nos encontramos en un momento social, donde poco o nada importa la dignidad de las personas, la lista puede ser infinita si nombramos a los que son tratados de una forma indigna: Niños que no se les permite nacer, ancianos que no tienen los cuidados necesarios, hombres y mujeres sometidos a la explotación sexual, víctimas de las guerras, etc, etc. Este texto bíblico nos llama a recordar que el Amor de Dios es el que dignifica, defiende y enaltece al ser humano, que la esperanza jamás se pierde, que Dios cambia el interior de las personas, porque en todos Dios “tiene puesta su predilección” ( Lc. 3,22 ) por lo tanto, estamos llamados a ser un poquito Juan Bautista y ver al otro como “más grande que yo”, ver que es el mismo Cristo el que se presenta frente a mi, si tenemos esa mirada y tomamos conciencia de ese maravilloso Don, nuestra sociedad será diferente, ya que el mismo texto lo dice “ todo el pueblo se hacía bautizar…” en una palabra creían en el que está al frente, que no los dañaría, sino que sería algo bueno lo que les sucedería, la Visita de Dios al interior de su corazón, para vivir conforme a su querer.
¿Cuál es ese querer de Dios ?
Que vivamos todos como hijos suyos. Y una voz desde el cielo dijo: “ Tú eres mi Hijo muy querido, en ti tengo puesta toda mi predilección” ( Lc. 3,22)
No defraudemos a Dios. Recordemos la fecha en que fuimos bautizados, compartamos y comentemos que ese día “yo fui dignificado, igual que tú”.
Un fraternal abrazo a quien lee esta sencilla reflexión de la fiesta del BAUTISMO DEL SEÑOR.