“No les queda vino” … “Hagan lo que Él les diga”
Juan 2, 1-11
Hna. María Alicia Briseño
Hija del Espíritu Santo (Mexicana)
“Hubo una boda en Caná de Galilea. La Madre de Jesús estaba invitada. También Jesús y sus discípulos”.
En este hermoso y profundo texto del Evangelio. He querido dejarme tocar por él y poder compartir mi humilde oración y reflexión.
Es en la vida cotidiana donde hay que invitar a María y a Jesús, para que ellos sean los protagonistas en nuestro ser y hacer diario, porque es ahí donde se termina el vino de cada día y donde necesitamos que nos de ese vino nuevo.
María como mujer siempre atenta a los demás, se da cuenta que se acabó el vino y una fiesta sin vino, no tiene sentido, como ella lo sabe muy bien lo que eso significa para los novios, le dice a Jesús “no queda vino” y dijo a los servidores “hagan lo que ÉL les diga”.
Y a veces los que menos nos damos cuenta que se nos acabó el vino, somos nosotras y nosotros mismos. A veces es otra persona la que nos va reflejando en nuestro diario vivir aquello que se nos está terminando.
Pues es aquí donde me ha interpelado el texto, porque en la fiesta de la vida diaria también mis cántaros se vacían y es importante que sepamos invitar a las personas adecuadas. Porque solo ellos saben dar el mejor vino.
Pensando en los cántaros de barro, que son los que contienen el vino de la entrega de cada día, es necesario revisarlos y buscar que estén llenos para poder dar de ese buen vino a tantas personas.
Al pensar en cuáles son mis cántaros vacíos y los de varias personas con las que voy compartiendo, menciono varios de los que se me vinieron a la mente y al corazón y quizá algunas y algunos de ustedes también se vean reflejados en alguno de ellos.
Hoy quiero que llene el cántaro de la Alegría, ya que en ocasiones el desánimo hace que se vaya vaciando.
El cántaro del Silencio, sin el cual, no puedo escuchar la voz de Jesús y la de mis hermanas y hermanos que más nos necesitan.
El cántaro de la Misericordia, para evitar la indiferencia ya que muchas veces paso de largo frente a las personas, donde a veces les basta un oído atento a escuchar o una mirada.
El cántaro de la Confianza plena en Él, frente al miedo que paraliza frente a la pandemia o las distintas realidades que estamos viviendo.
El cántaro de la Comunión, el deseo de buscar en todo momento no el yo, sino el nosotros.
El cántaro del sentido eclesial de la Sinodalidad, que tanta falta hace este vino nuevo.
Hoy te quiero invitar a que tú también te hagas estas preguntas.
¿Escucho en mi vida diaria a Jesús en lo que Él quiere que yo haga?
¿Están llenos mis cántaros para poder ofrecer vino nuevo a las personas que Dios me ha confiado?
En este tiempo en que estamos cerrando nuestro año pastoral, y que es un tiempo de retiros, de ejercicios espirituales, hagamos un alto para volver a la Fuente, para que podamos regresar con este vino nuevo a servir a nuestras hermanas y hermanos de comunidad en primer lugar y a tantas personas con las que compartimos nuestro día a día en las distintas pastorales a las que hemos sido enviadas y enviados.