Humildes y valientes como Juan Bautista
Hno. Tomás Villalobos Herrera.
Clérigos de San Viator
El evangelio de este domingo 17 de diciembre (Juan 1, 6-8. 19-28) nos revela dos dimensiones de Juan Bautista que pueden ser muy valiosas para vivir este tiempo de Adviento con mayor profundidad:
Poner a Jesús en el centro: Ante la pregunta por su identidad, «¿Quién eres tú?», responde presentando sutilmente a Jesús al decir «Yo no soy el Mesías». Desde allí en adelante, se irá perfilando como una persona al servicio de la misión del Mesías. Es la voz que grita en el desierto para preparar el camino del Señor, es el que bautiza con agua como preparación para el bautismo definitivo con el fuego del Espíritu Santo (cf. Mt 3, 11). Todo su ministerio es una introducción a la gran obra de Cristo. De igual forma, nosotros también estamos llamados a que nuestras vidas sean una forma de presentar a Jesús ante el mundo con esa humildad propia de Juan Bautista.
No temer a los cuestionamientos: Más que un diálogo fraterno, esta breve escena está marcada por un cuestionario de expertos venidos desde la capital del reino, Jerusalén, hacia un poblado sencillo ubicado a unos 35 kilómetros, pasando el Jordán. Juan, sin ser un rabino en el sentido clásico, contesta con confianza y no deja ninguna pregunta sin responder. Él sabe que su ministerio responde a una vocación divina y que debe ser fiel a ella, no confiando en una autoridad dada por los hombres sino en el llamado que viene de Dios. Esa valentía será probada más adelante incluso a costa de su propia vida.
Finalmente, a propósito de la realidad social y política actual de nuestro país, y sobre todo este domingo en que se lleva a cabo un nuevo proceso de votación de una propuesta constitucional, es importante que recordemos el llamado bautismal a ser sacerdotes, profetas y reyes al estilo de Jesús. De manera particular, frente a escenarios de polarización e incertidumbre, debemos profundizar en la comprensión de la fe en el Dios de paz y hacernos testigos valientes de Cristo en medio de este mundo que muchas veces no quiere oír su mensaje (cf. Catecismo de la Iglesia n°785).