Hno. Tomás Villalobos Herrera, csv
Clérigos de San Viator
Una visita llena de Amor
En este cuarto domingo del tiempo de Adviento la Iglesia nos invita a contemplar el pasaje bíblico de Lc 1, 39-45 en el cual María visita a su pariente Isabel. Este texto a veces pasa algo desapercibido y en muchas ocasiones es considerado sólo como una introducción frente al famoso cántico del Magnificat que le sigue (Lc 1, 46-55), sin embargo –en su brevedad- nos puede aportar luces para nuestra vida cristiana. Comparto aquí algunas de las que yo he descubierto y que espero puedan ser de provecho para quien esté leyendo esta reflexión.
Como punto de partida, el viaje de María para visitar a Isabel yo lo percibo hoy como esa actitud misionera a la que tanto nos ha invitado el Papa Francisco. Así como María deja la seguridad de su casa y se dispone a ir en ayuda de aquella mujer mayor embarazada, así también hoy nosotros debemos atrevernos a dejar nuestras comodidades y seguridades temporales para ir al encuentro de aquellas personas que se encuentran en las periferias de nuestro mundo. Esto no es fácil, pero ciertamente es necesario si queremos parecernos más a María y -a través de su ejemplo- parecernos más a Jesús.
Quiero ahora compartir algunas de las actitudes o reacciones que tiene Isabel y que reflejan a la perfección la experiencia personal de encuentro con el Señor (en este caso, por la mediación de María quien lo lleva en su vientre). En primer lugar, el espíritu de alabanza, que nos hace descubrir el milagro de tener a Dios con nosotros, quien no es sólo una idea, un proyecto o una utopía, sino que es el verdadero Dios-Amor Encarnado. En segundo lugar, la humildad de Isabel es un llamado de atención frente a los que nos sentimos visitados por el Señor en nuestras vidas: humildad, ante todo, que la visita del Dios-Amor no es mérito nuestro, sino pura gratuidad de su parte. En tercer lugar, la alegría y esperanza que brotan del corazón que se sabe visitado por Dios-Amor; si bien la Navidad que ya se acerca es un tiempo propicio para vivir la alegría y la esperanza, estas deben estar presentes durante todo el año.
Para terminar, en este día 19 de diciembre en que en Chile se lleva a cabo la segunda vuelta del proceso electoral presidencial, quiero pedir a Dios que, sea cual sea el resultado, todos los que formamos parte de la Iglesia (y también los que no) sigamos colaborando en la construcción de una sociedad más fraterna, justa y solidaria, en que prime el respeto mutuo y la preocupación por aquellos que más sufren.