Sister Marilupe Mier y Terán Suárez, HMSS
El reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por la mañana a contratar obreros para su viña. Y habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su viña. Saliendo cerca de la hora tercera del día, vio a otros que estaban en la plaza desocupados; y les dijo: Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo. Y ellos fueron. Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados? Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo. Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros. Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia, diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día. El, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario? Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti. ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno? Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos.
La parábola que nos ocupa se encuentra únicamente en Mateo y es una reveladora narración de la gracia y soberanía de Dios … llama a quien quiere, en el tiempo que quiere y como quiere, “¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios. Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!” (Rm 11:33).
La realidad es que ¡Dios nos llama a todos! … a los madrugadores, los previsores, los desocupados, los que viven para si mismos, los afanados en placeres y diversiones, los que no tienen tiempo para leer y estudiar la Palabra, los que dudan de Cristo, los que no niegan, a los que estamos muy ocupados en nuestro aquí y ahora. La parábola de los trabajadores de la viña nos narra bellamente como nuestro Abba -papá-, profundo, tierno y desinteresado AMA y llama y nos invita a su Reino de Amor.
Los trabajadores llegan a la viña a distintas horas y reciben el mismo pago, esto crea gran dificultad a nuestra mentalidad educada de ‘sofisticada cultura de siglo XXI’ y sistema de justicia ‘correcto’. No es aceptable dar el mismo pago a quienes han trabajado una hora y al de jornada completa; viola el principio de la justicia …los sindicatos se sublevarían … se ponen de punta los pelos y ceñimos el cejo ¡injusto!
La dificultad está en que consideramos ‘la recompensa/paga’ en abstracto … Dios “dará a cada cual según sus obras” (Rm 2, 6) … ¡pero! hablamos de un único denario que se nos da a todos ¡el Reino de los Cielos! Simple todos entramos a formar parte del kerigma de la salvación mesiánica … pecadores, prostitutas, ladrones, leprosos, mujeres, niños , laicos, consagrados, clero … En su proyecto de redención Dios ha decidido, que aun los ‘ociosos’ los ‘no contratados a primera hora’ tienen cabida y no por ello ocuparán un lugar inferior o distinto ¡se sentarán a la misma mesa y gozarán de la plenitud de los bienes mesiánicos! Esto es, eucarísticos mercedarios … ¡somos una única familia con y en Dios! Y el secreto esta seguir en la esquina de empleos, escuchar y atender al llamado. Será solo en la respuesta, en el abrazar y comprometernos con la fe, que hay lugar para la diversificación. ¡Ahí sí que ya no será idéntica la suerte de quienes rinden al máximo con sus talentos y los que los entierran o esconden! (Mt 25,14-30).
¡Sorpresa! el mañanero recibe el mismo pago que el que trabaja una hora tan solo. Dios llama a unos al ministerio pastoral de tiempo completo, otros irán a misiones, habrá quien ayude económicamente …pero todos servimos al mismo Dios Trino, Creador, Redentor, Santificador … Estábamos desocupados en el mundo y la Trinidad Santa nos llama a trabajar en su viña con entusiasmo y alegría. «los últimos serán primeros y los primeros, últimos … muchos son llamados y pocos los escogidos».
La competitividad de la cultura narcisista y triunfalista nos lleva a no gustarnos estar a la par del otro … ¡queremos estar arriba, ser los primeros! Nos decimos eucarísticos mercedarios pero nos movemos en las redes de una justicia mezquina, queremos una buena paga y hasta exigimos un generoso bono, muy lejos de la mentalidad del Padre de misericordia que es todo gratuidad, amor, perdón, ternura, acogida.
Llama la atención que al Señor de la viña parece no concernirle mucho la cosecha, sino que lo que le ocupa es la necesidad de los trabajadores. Es un Señor todo Amor que sabe, que sin salario, no hay pan en la mesa familiar. El Padre Bueno ve a los niños que no tendrán nada para comer si papá no encuentra empleo ¡El momento en el que nos contrata es momento lleno de gracia y bondad al final del día! Los que llegaron al último reciben ¡un denario! y los de la primea hora, reciben el denario acordado, lo JUSTO … ¡Qué difícil es que dejemos que la doctrina del mérito muera! ¡Qué poco amamos! Nuestras sociedades capitalistas basan la recompensa únicamente en el mérito y no en las necesidades del obrero. ¡Aprendamos a ser eucaristía y merced! No perdamosel prisma del amor, ni caminemos perdidos en el que “para que yo tenga, tú debes perder” … La realidad de la escasez, pasar de la manera-de-pensar-de-este-mundo, a la forma-de-pensar-del-Reino. “dejar casa, hermano, padres, tierras, en su nombre y recibir cien veces más y la vida eterna” (Mt 19,29) y así ya no habrá más penuria, ni necesidad de competencia, ¡nuestra recompensa es tan buena y grande como nuestro Padre es Bueno y Misericordioso!
El ¡No es JUSTO! de la parábola es la queja Jonás, del hermano mayor, del fariseo, y de nosotros ciudadanos del siglo XXI. Nos gusta negociar con Dios -explicarle lo que tiene que hacer, cómo y cuándo hacerlo-. Dios nos llama, a ti y a mi, a ocuparnos de su viña. no se equivoca y “quiere lo mejor para el bien de quienes lo aman” … asu tiempo, nos llamará al descanso… Cada uno de nosotros es convocado a diferente hora y edad, pero todos somos importantes en el Reino. Él llama, en nosotros queda, desde nuestra libertad, responder a su amor. El Reino pertenece a aquellos que atienden su llamado. ¡La entrada al reino de Dios no se gana es generosidad de Dios!
La parábola de los obreros de la viña nos invita a encontrar un equilibrio más justo entre las dos exigencias del mérito y de la necesidad.