viernes , 5 julio 2024
el viento

Comentario Evangelio 21 de Enero

“Conviértanse y crean en la Buena Noticia”.
Reflexión del evangelio según san Marcos (1, 14-20)

Hna. Rossina Jopia M.
Misionera Dominica del Rosario.

El evangelio de este día, nos anima a hacer memoria encarnada en quienes el Señor Jesús, posó su mirada en hombres y mujeres en nada extraordinarias, sino que en personas limitadas, pobres, humildes, frágiles, de diferentes culturas, raíces y con necesidad de transformación, para dejarse conducir por la Gracia de Dios…

Se nos invita a mirar y dar razón existencial de nuestra llamada-vocación, la cual se ha sostenido y fecundado en el seguimiento a Jesús de Nazaret, desde la itinerancia, hoy nos alienta a mirarnos, desde la profundidad de nuestra respuesta al regalo y don de nuestra vocación, tomando consciencia de este Amor Primero y de cómo hoy nos habita, mirando nuestra realidad personal, comunitaria, social, teniendo presente lo que somos en esencia y no lo que hacemos, pues tal vez, por diversas razones nos hemos acomodado en nuestras zonas de confort, de seguridades, propiciados en nuestros ambientes domésticos y de misión…

El Nazareno, desde su Palabra nos interpela y vitaliza en la gratuidad y generosidad del Sí a la Vida, para dar contenido y sentido a lo que vamos viviendo en la cotidianidad de nuestra entrega, siendo conscientes de los riesgos que estamos trazando al aceptar esta llamada, preguntándonos: ¿Qué mueve y apasiona nuestros corazones, cuáles son nuestras prioridades en estos momentos de nuestras vidas…  Si están encaminadas a transitar en esta gran aventura por el Reino de Dios? ¿Qué significa hoy seguir a Jesús?

Este Sí, supone hoy más que nunca, desprendernos de aquello que no nos permite vivir en libertad interior, pues requiere disponibilidad, afianzando los sustentos que enraízan el encuentro con el Señor, convocadas y convocados a ser portadores y reflejo del Dios que habita en los corazones de sus hijos e hijas, a vivir en plenitud la llamada a ser pregoneros(as) del Reino de Dios. y así dar contenido a lo que somos y tenemos, desde una transformación profunda del corazón.

Sólo así, podemos llevar a la praxis la propuesta que el Señor nos indica: “Conviértanse y crean en la Buena Noticia.” Acogiendo laBuena Nueva, podemos ir caminando hacia el cambio de actitudes para que generen vida, hombres y mujeres portadores de esperanzas, contagiando la alegría, que brota de la presencia del Espíritu que nos habita, para acompañar y dejarnos acompañar por nuestra humanidad fragmentada, herida y sufriente…

Jesús les dice: “Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”, ellos dejaron sus redes y lo siguieron, no dudaron de esta invitación, y fueron tras las huellas de Aquel que se encontró a con ellos a orillas del mar, en las orillas de la vida, en las orillas de su ser y hacer… En este momento de la historia, viene Jesús de Nazaret a recrear la vocación, reafirmando que desea seguir apostando y contando con nuestra disponibilidad, riquezas y debilidades, para ser anunciadores de la Vida, hombres y mujeres elegidos a ser profetas de la esperanza, paz, justicia, verdad, fortaleciendo la fe en el Dios  de la Vida.

Esta palabra, también nos recuerda que estamos inmersos en una sociedad que se aleja del sueño de Dios, dejándose conducir por los diferentes distractores que ésta nos ofrece: consumismo no sólo de cosas sino también de personas, individualismos, deshumanización en las relaciones personales e interpersonales, en un mundo globalizado e hiperconectado, carecemos de diálogo y comunicación de los afectos, sentimientos y emociones… pareciese ser que estamos ante una comunidad humana que cada vez más se aleja de Dios… he ahí, que renovar nuestro Sí a Jesús en estos tiempos, es apostar por la esperanza, gestando otro mundo posible, liberándonos del desaliento, la angustia, la incertidumbre, pues Dios, ha depositado en nosotros la fuerza, la energía, la armonía, la creatividad, alegría y el amor para hacer de nuestro mundo un  ambiente de sororidad y fraternidad, fecundando relaciones humanas saludables y sostenidas por el Amor del Dueño de la Vida. 

Que el aliento de Dios, avive nuestra vocación, para continuar creciendo en la vida del Espíritu, acorde al carisma al cual fuimos invitadas e invitados.

Bendiciones sororales.

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