Tú tienes palabras de Vida eterna
Hna. Carolina Madariaga M.
Religiosa del Buen Pastor
Los y las quiero invitar a retomar el evangelio de San Juan con el discurso del Pan de Vida, para esto haremos un recorrido de lo que viven los discípulos teniendo presente lo dicho domingos anteriores.
Hace dos semanas escuchamos a Jesús dando respuesta a las murmuraciones de los judíos sobre: “Yo soy el pan bajado del cielo”, “Yo he bajado del cielo”. Y de la misma manera hoy escuchamos que los discípulos también lo hacen reconociendo que es difícil escuchar las palabras del Señor.
Jesús a las murmuraciones nos pregunta a nosotros ¿Esto los escandaliza? Desde esta pregunta desarrollaré mi reflexión. Como vida religiosa el Maestro nos hace la misma pregunta.
Podemos responder desde lo que ya sabemos, tus palabras escandalizan nuestras estructuras pesadas y rígidas; nuestros temores a los cambios, a lo incierto, a perder nuestras seguridades instaladas por décadas. Así también nos escandalizan tus palabras a nuestros apostolados tradicionales; a nuestras comunidades disminuidas y envejecidas.
Sin embargo, no podemos quedarnos constatando una realidad que nos duele. Hoy Jesús nos dice: “El Espíritu es el que da Vida…Las palabras que les dije son Espíritu y Vida”.
¿Hacía dónde nos conducen tus palabras Señor? ¿Cómo reconocemos la Vida que da tu Espíritu?
Quizás podemos encontrar alguna intuición en las palabras de Jesús a sus discípulos: “Nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”. Cuanto necesitamos sostener nuestras fe en esta verdad, estamos en el mundo como Vida Religiosa porque el Padre lo concede, es por ello, que podemos transformar nuestra consagración para ser discípulos y discípulas del Maestro con creatividad y audacia; dejándonos no solo escandalizar por la exigencias del evangelio, sino que además transformando nuestros modos de vivir y dirigirnos a una vida en el Espíritu, arriesgada, transformadora, pequeña y frágil; que se deja recrear con la fuerza del Creador.
Y si nos pregunta Jesús: “¿También ustedes quieren irse?” No, no queremos irnos Señor, danos apertura al Espíritu para tomar riesgos, y dejar de murmurar sobre nuestros miedos e inseguridades. “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna”.