De la Oscuridad a la Luz
Hna. Nelly León Correa, bp
Hermanas del Buen Pastor
A través del evangelista Juan, nos encontramos con un marginado al borde del camino, un hombre ciego que no veía pero que a el tampoco nadie lo veía, sin embargo Jesús que pasaba por ahí “si lo ve”, se fija en su abandono, pobreza y sobre todo en su ceguera, es decir en la oscuridad en la que se encontraba.
“Pero ¿quién es y cómo se considera a ese gran desconocido/a-rechazado/a-aparcado/a-marginado/a-olvidado/a por la sociedad y gran parte de los cristianos/a?: Es un ser inferior, no apto para esta sociedad; es el resultado de estructuras injustas, de poder e injusticia; es consecuencia de un sistema económico corrupto, injusto e inhumano; es un ser marginal, automarginado/a, despreciado/a, rechazado/a; es una persona que no cuenta para el conjunto de la sociedad; es una carga social que tiene que soportar a los buenos contribuyentes y la Administración; es un problema para los políticos y los gobiernos; es una víctima que, a la vez, victimiza a otros; es un producto desestructurado con graves carencias humanas, psicológicas, afectivas, familiares, económicas, laborales, etc.; es objeto de caridad y buenas obras (santificarse a costa de…) de filántropos y cristianos/a de golpes de pecho;” (reflexión tomada de la Pastoral Carcelaria de América).
Estas personas son los ciegos de hoy: migrantes, mujeres victimas de violencia, niños/niñas de la calle, privados y privadas de libertad, etc. ¿Pero ellos/as serán los ciegos/as? Quizás el hecho de ser abandonados/as y tener tantas carencias los/as haga portadores de la verdadera Luz que es Jesús y los que creemos que no ven, pueden mirar con la frente en alto porque nada tienen que esconder. ¿Entonces donde están y quienes son los ciegos/as que hace referencia el Evangelio?, buenos somos todos nosotros/as, los que nos creemos buenos/as, los que vamos a misa todos los domingos y en el caso de los religiosos/as, vamos todos los días y rezamos mucho, pero muchas veces permanecemos en la oscuridad de nuestro individualismo, egoísmo, nuestros actos son carentes de justicia y solidaridad.
Entonces es muy importante que nos dejemos lavar los ojos del corazón con la saliva de la compasión y la misericordia, para renacer de nuevo con una mirada transparente llena de esperanza y de paz, solo así seremos capaces de ver y acompañar a quienes están a nuestro lado, de manera especial en estos días donde estamos asustados/as por esta crisis sanitaria, todos/as sabemos que las crisis nos invitan a sacar lo mejor de cada uno/a , entonces miremos, escuchemos y cuidemos a nuestros hermanaos/as mas frágiles y vulnerables, solo así unidos/as forjaremos un país mas unido y mas fraterno donde nadie quede al borde del camino. Que Jesús de Nazareth, nos aclare la visión y nos limpie los ojos con el colirio del amor.
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