Sor Iris Inostroza, fma
Hijas de María Auxiliadora
El evangelio que la iglesia nos propone meditar este 4° domingo de Pascua viene cargado de ESPERANZA, es una Buena Noticia para estos tiempos de crisis que estamos viviendo, y a los cuales no tenemos que acostumbrarnos, porque el ser humano no fue creado para sufrir, Jesús mismo nos dice: he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Sin embargo, la prolongada pandemia con sus consecuencias y la realidad del país con la crisis social y económica que no logran despejarse, nos llevan a vivir en el miedo, la inseguridad, la incertidumbre, la desconfianza, porque nada parece estable, todo cambia de un día para otro. Entonces nos sentimos huérfanos, a la deriva, y con el salmo 141 podemos expresar: “no tengo a donde huir, nadie mira por mi vida”.
Por eso es significativo que el Señor hoy nos repita: Yo soy el Buen Pastor, conozco a mis ovejas y no las dejo solas cuando llega el lobo, cuando llega la dificultad o el dolor, no las abandono a su suerte ante los problemas, estoy, tanto así que doy mi vida por ellas.
El Evangelio de hoy viene a reafirmar nuestra certeza: No estamos solos enfrentando esta larga tempestad, el Señor está, él nos conoce y nosotros le conocemos a Él, sabemos quién y cómo es nuestro Dios, un Dios de amor, de misericordia y bondad, un Dios que se la juega por nosotros. Un Dios que se relaciona con nosotros y que habla de pertenencia, de conocimiento, de escucha.
Sigamos cultivando nuestra relación con él, abramos nuestro ser a su Palabra, que ella sea nuestra fortaleza y lámpara que ilumine nuestro corazón y vida, para que como Jesús entreguemos libremente nuestra vida a tantos que hoy, más que nunca, lo necesitan.
“Yo soy el Buen Pastor, el Buen Pastor da su vida por sus ovejas”