Hna. Divina Berasaluce HCN
Hnas. de la Caridad de Nevers
Hoy, Vida Religiosa, discípulas/os de Jesús, subimos con Él al monte, al lugar del encuentro con el Dios que no cesa de mirar con ternura a nuestra Humanidad. Con Jesús tomamos distancia y altura, para que se nos conceda ver lo que Él ve. Ante nuestros ojos, una multitud en búsqueda de orientación y sentido de vida, gente hambrienta de salud, de justicia, personas necesitadas de salarios y pensiones dignas, ancianos solos, sedientos de cariño y buen trato, gente que anhela una casa que les permita salir del hacinamiento, migrantes, personas obligadas a vivir en un ambiente violento… ¡son multitud!
Con Jesús permitimos que esas y otras realidades atraviesen nuestro corazón y nos dejamos interpelar por Él:
“¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”
Al igual que Felipe, ante tantos gritos y ante el desastre ecológico, experimentamos nuestra incapacidad para responder a la magnitud de estos problemas. La impotencia puede paralizar nuestra creatividad y encerrarnos en conformismos y posturas cómodas que hacen estéril nuestro Carisma.
Pero, al igual que Andrés, también podemos ir abriendo un camino desde nuestra identidad. Con y en Jesús podemos abrir nuestras entrañas y nuestro corazón para acercarnos más a estas realidades y con Él, levantar los ojos al cielo para recibir del Padre la gracia de:
* “Ser sacramento de la presencia de Dios en nuestro mundo, ser sembradores de esperanza profética, permaneciendo firmes en nuestra identidad… testimonio de lo que creemos y de lo que somos… un testimonio inteligible y accesible a nuestro tiempo… una profecía que el mundo pueda ver”:
Profetas a través de pequeñas iniciativas: comedor parroquial, participación en la olla común vecinal o en conversatorios, debates constitucionales, eclesiales donde se gesta una sociedad nueva una Iglesia más sinodal y participativa. Esa pequeña iniciativa que llena de Esperanza y que va a contagiar actitudes de búsqueda con otros gestores de un Chile e Iglesia nuevos.
En este tiempo de crisis, mantengamos viva la Esperanza de nuestro pueblo, dejemos que renazca con fuerza el espíritu Profético que caracteriza la Vida Religiosa y que quienes nos vean puedan decir:
“Verdaderamente, la Vida Consagrada, es el grupo profético que esperábamos”
El tiempo de las palabras ha terminado.
* De la conferencia de la Hermana Teresa Maya en la Asamblea general UISG 2019