JESÚS NOS LLAMA A LA UNIDAD
Hna. Yolanda Guajardo G., H S J
Este texto Evangélico tan lindo y tan gráfico, (para quien conoce y sabe de viñedos), nos invita a reflexionar sobre la permanencia y la unidad. Jesús menciona 8 veces en este pasaje la palabra permanencia, la cual es muy importante para nosotros, los seguidores de Cristo. Muchas veces este concepto lo podemos traducir en fidelidad, constancia, persistencia, continuidad, duración, estabilidad, que son cualidades intransables en un trabajo pastoral, que exige la permanencia en Dios, porque es obra de Dios.
Todo trabajo pastoral que se realiza con personas requiere de permanencia, por el simple hecho que estamos haciendo que se unan a Cristo, que crean en Él, que lo sigan, que sean sus apóstoles, que se enamoren de su obra que es realizar el bien a cualquier ser humano. Por eso Jesús dice: “permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes”; aquí viene la otra gran palabra unidad, unidos a Cristo nuestros corazones son generosos, como el del buen samaritano, incapaz de dejar botado a alguien en el camino sin prestar la ayuda necesaria y dar más de lo que se pide, pero esto es por una persona, por el prójimo, no por una cosa.
Permanecer en Dios, es transmitir su Palabra, que es el mismo Cristo, su enseñanza que transforma corazones y vidas, porque sólo él es el verdadero mensaje de Dios. Su deseo es que todos sus hijos estén bien y unidos.
Unidad y permanencia son palabras dichas por el mismo Cristo, capaces de transformarlo todo. Si estas palabras tan fecundas las tomara la humanidad como regla de vida, sería Dios el que reine en los corazones y en el actuar cotidiano, ya no tendríamos esa dificultad tan tremenda que vivimos hoy, como es la falta de Paz (guerras), falta de respeto a la vida (delincuencia) y tantas otras enfermedades sociales que afectan a la humanidad.
Si permanecemos unidos a Dios daremos los frutos de Fe, Paz, bondad y mansedumbre, que nos permiten estar unidos a él y a nuestros hermanos, especialmente al que sufre y necesita que permanezcamos a su lado, porque los acercamos al mismo Dios.
Un abrazo fraterno a quien lea esta sencilla reflexión.