Fiesta de la Sagrada Familia
“Creyendo que estaba en la caravana, caminaron todo un día y después comenzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos. Como no lo encontraron, volvieron a Jerusalén en busca de Él».
Lucas 2,41-52
Sandra Lucarelli Castagno
Religiosa de María Inmaculada.
En medio de este tiempo de Navidad, la liturgia nos regala este bello texto del Evangelio, que nos evoca un pasaje en que Jesús hace una de sus únicas apariciones, como adolescente, viviendo en la cotidianidad de su familia y las tradiciones de su pueblo. Casi siempre al contemplar este pasaje nos centramos en el final, el cual quiere dar un indicio de la naturaleza divina de este Niño, que deja asombrados a sus padres y a los doctores de la ley, al encontrarlo en el Templo. Sin embargo, hay otros detalles del texto que también nos pueden ayudar a sacar provecho de esta contemplación. María y José, caminaron un tiempo, confiados en que Jesús estaría con parientes y conocidos. Era un caminar en tensión, atentos, donde seguramente la preocupación de no verlo iría en aumento. Cuando ya es mucho el tiempo en que no lo ven, comienzan a buscarlo y al no encontrarlo, tienen que desandar el camino y regresar a Jerusalén. En unas breves líneas, que el texto relata rápidamente, podríamos vislumbrar una insinuación para nuestra vida espiritual. Muchas veces, por la fe, confiamos en que el Señor camina con nosotros. De repente dejamos de percibirlo, se vuelve un momento confuso y tratamos de buscar ayuda, pero nada parece encajar. Hasta que nos decidimos a volver al punto de partida y ahí, Dios nos espera, y nos asombra y aunque no comprendamos del todo, nos tranquiliza volverlo a encontrar y volvemos a la serenidad, pero con nuevos aprendizajes y nuevas preguntas, como las que Jesús les lanza a María y a José. Otra lectura que podríamos hacer de este “volver a Jerusalén” a buscar a Jesús, es que María y José irían a contramano, pues la caravana iba en una dirección y ellos iban en dirección contraria. Imaginemos esta escena… Tantas veces para encontrar a Jesús, tenemos que caminar a contramano. Somos como consagrados, invitados a vivir un proyecto contracultural, a desafiar y confrontar lo que el mundo de hoy ha normalizado: el mal que se capilariza y penetra todas las esferas de la sociedad. Tener claro, como María y José a quién buscaban, les ayudó a encontrar a Jesús en el Templo, alegrarse, asombrarse y también cuestionar a Jesús con realismo: “¿Por qué nos ha hecho esto?” Hay tantas situaciones que a veces quedan sin respuesta, pero vemos cómo Dios vuelve una y otra vez a “bajar” hasta nosotros y sigue presente en la vida diaria de nuestras comunidades, de nuestras familias.
Que este Año Jubilar que la Iglesia nos regala, nos ayude a todos a hacer esos “caminos de vuelta” para encontrar de nuevo a Jesús, para dejarnos confrontar con sus preguntas, y caminar junto a otros, para seguir entretejiendo respuestas desde el Evangelio.
