sábado , 21 diciembre 2024
el viento

Comentario Evangelio 29 de Octubre

Hna. Yolanda Guajardo G., HSJ

Jesús le respondió: “ Amaras al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amaras a tu prójimo como a ti mismo. ( Mt. 22,34-40)

La respuesta del Señor Jesús no puede ser mejor, es insuperable, nadie puede ni pudo dar una respuesta así. Jesús es quien tiene la autoridad para decirlo, porque el amor que el tiene por todos nosotros es infinito y lo demostró con hechos durante su vida apostólica, derramando amor, ternura, misericordia, alegría, compasión, solidaridad, respeto, dignidad, paz, amistad, y dio su vida por cada uno de nosotros; la lista puede ser aún mayor. Jesús nos habla que es el mandamiento más grande y que es el primero, pero también nos habla de un segundo y no menos importante, está en la misma categoría de importancia; ya que esa fuerza con la cual amo a Dios, tengo que demostrarla con los seres humanos, tomando el ejemplo de Jesús.

Nuestra Sociedad actual, es como ese doctor de la Ley que pregunta a los católicos  para ponernos a prueba y nosotros, tal vez nos ponemos nerviosos y no sabemos responder con claridad y seguridad, porque dudamos ya que tenemos claro el primer mandamiento, pero no el segundo, tenemos nuestras diferencias en pensamientos y vamos seleccionando a quien queremos servir, con quien nos queremos juntar, y a quien hablar, se nos olvida que Jesús no desecho a nadie, ni siquiera a sus enemigos, su amor es tan grande que  puede decir y vivir estos dos mandamientos con autoridad.

La invitación que este Evangelio nos hace hoy, es responder a los actuales doctores de la Ley sin temor, sin dudar, sin negar nuestra fe, mostrar con nuestras obras y palabras que Dios es lo más importante, lo más grande, y que está presente en todos los seres humanos no importando su condición, está en el que sufre, en el que esta alegre, en el abandonado, en el protegido, en el enfermo, en el sano, en el que sufre por la guerra y en el que vive en la Paz, en el niño y en el joven, en el anciano, en el que es autoridad y en el que es súbdito. Dios habita en todos los corazones y todos podemos decir que Dios es lo más grande, dando un abrazo y tendiendo la mano al que esta caído. Doy gracias a quien lee esta sencilla reflexión y lo invito a unirnos como iglesia católica a decir con nuestras obras de misericordia que amamos a Dios y al prójimo, con toda nuestra alma, fuerza y corazón.   

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