El Sínodo de los Obispos, instituido por el Papa Pablo VI, nos recuerda la importancia de la colaboración y el diálogo. En un mundo marcado por diversas crisis, guerras y desigualdades, la sinodalidad nos invita a caminar juntos, pero también “con todos”, incluso con quienes son diferentes. Este desafío de acercarnos al otro y otra y valorar la diversidad, se convierte en una oportunidad de crecimiento y madurez humana y espiritual para las personas que la ponen en práctica en sus vidas.