En el marco de la XLVI Encuentro de la Junta Directiva de Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosas y Religiosos, realizada en Chile, su presidenta se dio un tiempo para evaluar el desarrollo de la jornada y la realidad de la Vida Consagrada en la región. “Nos sentimos como en casa”, afirmó.
Equipo Comunicaciones
CONFERRE
Entre el 16 y el 21 de marzo se realizó, en la Casa de Ejercicios de los Domínicos, en Las Condes,, el XLVI Encuentro de la Junta Directiva de la CLAR, de las Presidencias de las Conferencias Nacionales de América Latina y El Caribe y de las Secretarias, Secretarios.
En este contexto, su presidenta, la Hna. Liliana Franco, odn, agradecida por la acogida de la Vida Consagrada chilena, aprovechó de evaluar el encuentro y reflexionar respecto de las principales líneas de acción de la CLAR para este trienio. “Lo primero es decirte que nos sentimos en casa y como hermanos. Fue muy bonito. Una experiencia de auténtica fraternidad y sonoridad . Pudimos terminar el horizonte inspirador de la CLAR, que será uno de los objetivos que teníamos con más claridad para este tiempo. Nos planteamos seis líneas de las cuales queremos trabajar durante este trienio”, indicó.
– ¿Cómo se desarrolló este encuentro de la CLAR en Chile?
– Fue un encuentro con mucha solidaridad y cercanía con lo que está viviendo la Vida Religiosa en Iglesia Chilena, y sobre todo con las víctimas de toda esta situación. Por eso tomamos la decisión de venir aquí, como una manera de decir: “ustedes no están solos, estamos con ustedes. Estamos juntos”.
– ¿De qué forma definiría esta experiencia?
– Hay personas de 22 países, que representan a todas las Conferencias Nacionales de la CLAR, y fue realmente una experiencia de Dios. Un tiempo del Espíritu. Un verdadero Kairós. Todo lo que fue sucediendo fue de Dios. Y sentimos que nos está lanzando a cosas nuevas. Un nuevo modo de ser Iglesia, una nueva relacionalidad. Unos nuevos modos de acercarnos, de cuidar la vida, la propia y las de las personas con la que hacemos camino. También por el planeta, la opción por una ecología integral.
«Todo lo que fue sucediendo fue de Dios. Y sentimos que nos está lanzando a cosas nuevas. Un nuevo modo de ser Iglesia, una nueva relacionalidad. Unos nuevos modos de acercarnos, de cuidar la vida, la propia y las de las personas con la que hacemos camino. También por el planeta, la opción por una ecología integral».
– Desde ahí, ¿cuáles serían los principales desafíos hoy para la Vida Religiosa?
– Todos los gritos de la realidad sentíamos que nos aturdían con fuerza y que teníamos que responder a ellos. La situación de los Migrantes, por ejemplo, nos exige seguir siendo Vida Consagrada en salida. El nuevo modo de ser Iglesia es el desafío fundamental y la construcción de nuevas relacionalidades, de nuevos modos de encuentro y de afectos, de participación.
– Todo esto sin perder la mirada en Cristo…
– Por supuesto, la centralidad en Jesucristo es fundamental y poder vivir con gozo nuestra vocación y poder dar cuenta de ello con muchísima esperanza. Por ahí estuvieron los desafíos.
– Me imagino que también hubo tiempo de reflexionar sobre la vocación, particularmente de aquellos que la están descubriendo o se están formando…
– Hay un núcleo fuerte que tiene que ver con cómo cuidar la propia vocación y ahí trabajamos todo lo que tiene que ver con las etapas de formación y la formación permanente. Todo, en la línea de lo que el Papa Francisco nos dice: que la formación no es solo para cualificarnos o tener títulos, sino que la formación es para hacernos mejores testigos. Testigos más aptos para el Reino.
«Toda esta situación que vive la Iglesia Chilena tiende a que nos haga más escépticos, más pesimistas, hace que se sienta más fuerte el cansancio. Mi invitación, entonces, es a que podamos vivir con mucha alegría esta vocación, con mucho sentido, con realismo, porque tenemos que abrazar la realidad, pero sin permitir que la fuerza de los acontecimientos de las cifras, de las estadísticas, no nos quiten el gozo de poder vivir con alegría esta vocación».
– Finalmente, ¿cuál sería su mensaje para la CONFERRE y la Vida Religiosa que peregrina en Chile?
– Particularmente para la CONFERRE, que nos aferremos a la esperanza. A una esperanza con la mirada puesta en Jesús. Esto va a hacer que renazca la esperanza, porque toda esta situación que vive la Iglesia Chilena tiende a que nos haga más escépticos, más pesimistas, hace que se sienta más fuerte el cansancio. Mi invitación, entonces, es a que podamos vivir con mucha alegría esta vocación, con mucho sentido, con realismo, porque tenemos que abrazar la realidad, pero sin permitir que la fuerza de los acontecimientos de las cifras, de las estadísticas, no nos quiten el gozo de poder vivir con alegría esta vocación.
-¿Cómo lograrlo?
– Nos debemos entregar. Que no vivamos en autoreferencialidad, que salgamos. Porque si vivimos para nosotros mismos, si nos economizamos, si nos encerramos en nuestros conventos y comunidades, pues realmente nos vamos a perder del milagro de la vida y yo creo que en cualquier etapa de la vida, cuando tenemos 90 y 100 años, podemos ser fecundos, si nos decidimos a salir y permitimos que la vida nos permee, porque cuando la vida nos permea, lo que nos permea es el Espíritu y él nos invita a dar más y nos da felicidad.
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