La nueva presidenta de Conferre reflexiona sobre los retos actuales de la vida consagrada, la sinodalidad y el papel de las mujeres en la Iglesia. «La Conferre está viva», afirma.
«En un país con tanta desconfianza, como religiosas y religiosos tenemos mucho que aportar al diálogo y la reconciliación», indica.
A los obispos los «veo como hermanos que también están buscando un camino y que en que Chile no la han tenido fácil».
Fuente: Religión Digital
De entrada, se excusa con humildad porque “estamos recién comenzando» y «sería ideal realizar este tipo de entrevistas con el equipo», dice la hermana María Salomé Labra, quien fue elegida presidenta de la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile, Conferre.
En la misma oportunidad, también fueron elegidos el mercedario Ramón Villagrán como primer vicepresidente; y Alejandra Vallejos de la Congregación Religiosas Franciscanas Misioneras del Sagrado Corazón como segunda vicepresidenta.
La elección se efectuó en el marco de la quincuagésima sexta asamblea anual de las y los superiores provinciales de las congregaciones religiosas en Chile, celebrada el 13 y 14 de noviembre último. «Nosotros tenemos como costumbre que, normalmente haya, en un trienio de gobierno, un presidente (hombre) y en el siguiente trienio, una presidenta (mujer). Ahora correspondía una mujer”, explica la nueva lideresa.
María Salomé es de profesión trabajadora social y estudió en Roma psicología siguiendo la escuela de Luigi M. Rulla, un jesuita y psicólogo italiano, reconocido por integrar la psicología, la antropología con la teología, especialmente en el ámbito de la vocación cristiana. Esto —explica— le ha permitido dedicarse «a la formación y al acompañamiento personal, tanto de religiosos como de comunidades, ayudando al conocimiento de sí mismo y a los procesos de discernimiento personal y comunitario». María Salomé es Coordinadora Provincial de la Congregación Misioneras Siervas del Espíritu Santo y hace algunos años fue coordinadora de la Zona Panam de la misma.
— ¿Cómo describiría el momento actual de la Conferre?
— Primero, diría que la Conferre está viva, tiene vida. Hemos tenido dificultades en algunos momentos, más bien problemas de comunicación porque la pandemia desarticuló algunas cosas que eran importantes. Y lo económico también ha sido muy complejo. Con todo, ahora se está viendo una luz para ir saliendo de esta situación, y el clima experimentado en la asamblea ha sido de mucha fraternidad, alegría, gratitud y esperanza.
— La crisis vocacional ¿cómo les golpea?
— Muchas congregaciones en América Latina han unido provincias o tienen noviciados comunes, lo que implica que mucha formación se realiza en otros países, y en Chile hay poca formación inicial en las comunidades. La Conferre, en un momento del pasado, fue súper potente en el tema de la formación permanente y en la formación inicial. Estas han tenido una baja considerable en los últimos años.
«En las últimas asambleas surgió la solicitud, de las congregaciones, de centrarse más en la formación, especialmente, la permanente. Por tanto, será uno de los desafíos clave para este trienio abordar las temáticas que nos permitan ser comunidades que irradian la presencia de Dios, y ver cómo potenciar nuestra presencia en el país desde la realidad actual, aceptando que los años gloriosos ya pasaron y que ahora debemos contribuir desde lo que somos».
— ¿Qué tipo de espacios están buscando generar para responder a estos desafíos?
— Continuar con experiencias como la vivida en la asamblea, es decir, generar entre nosotros espacios que cultiven las profundidades de nuestras consagraciones, las relaciones humanizadoras, que puedan ser como lugares de fe-confianza, de encuentro, de diálogos, espacios que irradian eso hacia nuestro país que, en los últimos años, se ha caracterizado por la desconfianza, el desinterés, la indiferencia, la intolerancia ante el que no está conmigo, la falta de diálogo y de acuerdos, entre otras cosas.
“Hay como una necesidad de aportar mucho como religiosas y religiosos en esa área, de generar estos espacios que favorezcan encuentros de los distintos niveles y en diversas temáticas. En ese sentido, trabajar mucho la sinodalidad, porque nos lleva a trabajar juntos con otros, a estar con los otros y otras, a colaborar en generar esos espacios para que los demás se manifiesten y puedan sacar a la luz sus deseos, sus sueños, sus inquietudes y también sus clamores.En definitiva, buscar juntos caminos que sostienen nuestra esperanza.
— ¿Cómo vivieron este enfoque en el último encuentro que tuvieron?
— Nosotros abordamos en este encuentro el tema de la conversación espiritual entre todos. El discernimiento y la elección (de la presidencia) se dio en ese ambiente, de ir aprendiendo a escucharnos, a escuchar a la otra persona, a darnos cuenta también desde dónde escuchamos, cómo escuchamos y cómo sensibilizarnos en eso para poder entrar en relación realmente con la otra persona diversa.
— Respecto de la sinodalidad ¿qué significa este “caminar juntos” en términos prácticos para las congregaciones religiosas?
— Yo percibo que una Iglesia sinodal pasa por la conciencia de que cada uno de nosotros tiene, y de cómo se mira a sí mismo y cómo mira al otro. Porque si yo miro al otro como un rival, o lo miro como un enemigo, o lo miro como un competidor, o como un necesitado… es muy difícil escuchar al otro como un hermano. Por ello, es importante escuchar al otro como alguien que camina conmigo, que tiene sueños comunes, que sueña con un proyecto de Iglesia comunitario, que tenemos sueños similares dentro de esta Iglesia pues estamos tras las huellas de Jesús.
— Desde su carisma del Espíritu Santo ¿cómo ve la relación entre diversidad e inclusión?
— Pertenezco a una congregación internacional, intercultural, en donde el tema de las relaciones generadoras de vida es sumamente importante; y donde esta mirada compasiva hacia el mundo nos preocupa. En ese sentido, la diferencia que se da entre las personas, es para nosotros siempre una posibilidad de riqueza, de aprender del otro, de ver en qué podemos crecer con el otro, el Espíritu se manifiesta en la diversidad. No es un sueño, es un trabajo en construcción.
«Siento que en Conferre tenemos un desafío dentro de la diversidad de nuestra vida religiosa, en el sentido de que tenemos que ser conscientes y seguir potenciando el trabajar juntos, generar más redes y aprender de alguna manera a valorarnos en lo que cada uno aporta, en lo que cada uno es.
— En la línea del Sínodo reciente celebrado en Roma ¿qué avances destacaría respecto de las mujeres en la Iglesia?
— Valoro como avance que las mujeres hayan participado en el Sínodo de la Sinodalidad. Las religiosas han estado ahí, han hecho y aportado su reflexión y siguen reflexionando. No es una puerta que se haya cerrado. Creo que pertenece a la vida religiosa ir buscando e ir mostrando posibles caminos que permitan a la Iglesia, en general, encontrar también las estructuras de cómo articular mejor la colaboración de las mujeres en la Iglesia.
«Creo que estamos en un momento de cambios y en consecuencia de ciertos quiebres. Cuando algo se quiebra, las defensas emergen. Eso es humano. Es lentamente cómo se van dando los procesos. Y yo valoro mucho el hecho de que las mujeres hayamos estado presentes, que muchas hermanas sean lideresas que dan su voz, que están poniendo su voz en temas y lugares clave.
— Como presidenta de Conferre va a ser invitada a la asamblea plenaria de los obispos chilenos, que son todos varones. Siendo usted religiosa, y mujer ¿cómo percibe que podría darse la relación con los pastores?
— Los obispos han cambiado. En general, no son los mismos de hace algunos años, y creo que, en los actuales, hay una disposición al diálogo y a la búsqueda en común. No sabría decir cómo me voy a sentir cuando tenga que ir a esa asamblea porque tengo que hacer la experiencia primero. No lo sé. Solo puedo agradecer que algunos de ellos ya me han manifestado su cariño y su oración.
«Yo considero que puedo decir con libertad lo que veo, siento y pienso y… bueno, ellos podrán acogerlo o no, estar de acuerdo o no, pero en ese sentido, puedo afirmar que no les temo, porque los veo como hermanos que también están buscando un camino y que en Chile no la han tenido fácil».