domingo , 30 junio 2024
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Iglesia de Valparaíso celebró a la Vida Consagrada en su día

Como Iglesia Diocesana de Valparaíso se agradeció a Dios por el gran don de la Vida Consagrada y se les expresó nuestro cariño a las hermanas. Mons. Jorge Patricio Vega invitó a la Vida Consagrada a que sean sembradores de paz y de alegría para que en esa paz y en esa alegría el mensaje de Jesús pueda penetrar el corazón de cada persona que habita en nuestro entorno.

Vía: Iglesia.cl

Con una Eucaristía en la Iglesia Catedral de Valparaíso se celebró la Solemnidad de la Asunción de la Virgen y el Día de la Vida Consagrada. La Misa que fue presidida por Mons. Jorge Patricio Vega Velasco, svd. Obispo de Valparaíso contó con la participación de religiosas de las comunidades presentes en nuestra diócesis. También estuvo presente el Padre José Luis Jorquera Ampuero, de la Congregación de la Orden de la Merced.

En su homilía, Mons. Jorge Patricio Vega reflexionó sobre el rol de la Virgen María en la Historia de la Salvación. “Todos sabemos que María ocupa un lugar importante en la historia de la salvación de la Humanidad. Ella comenzó a ocupar ese lugar importante el día en que entregó su fiat, su sí a Dios para ser la madre del Mesías, ese mesías que todos estaban esperando y estaban ansiosos que llegase. Si María fue elegida para ser la madre del Mesías y, ocupar un lugar importante en la historia de la salvación de la humanidad, es porque ella reunía ciertas condiciones. Seguramente una de ellas era su vida de oración, de contemplación. Tiene que haber sido una chiquilla de mucha reflexión de la palabra de Dios, esa palabra la iba guardando en su corazón e iba madurando lo que el Señor le estaba diciendo a través de las Sagradas Escrituras. Por eso ella fue escogida para ser la madre del verbo, la madre de la palabra, la madre del Mesías”.

“Al entregar su sí a ella no se le simplificó la vida; por el contrario, la vida comenzó a tomar otros ribetes incluso donde peligró ella y el niño. Siempre se mantuvo fiel a esta tarea de proteger y ayudar a crecer a este niño que el Señor le había encomendado. María lo acompañó en todo momento, nunca lo dejó solo. Cuando fue el momento, ella estaba a los pies de la cruz. Y porque ella acompañó en todo este proceso, tuvo la gracia de ser la primera en ir a los cielos en cuerpo y alma, lo que celebramos esta mañana”.

“Este acontecimiento nos dice a nosotros que el mensaje de Jesús no es una utopía, el mensaje de Jesús es para todos nosotros. Si ella ascendió a los cielos en cuerpo y alma, nosotros también en algún momento alcanzaremos esa gracia de ir a encontrarnos en los cielos con Dios nuestro padre. Ella es la primera entre muchos de nosotros. Eso nos da la confianza, todo lo que ha anunciado Jesús no es una utopía, es algo que se puede hacer realidad”.

Junto con destacar lo significativo de la Virgen María, Mons. Vega reflexionó sobre la importancia de la Vida Consagrada en nuestra Diócesis de Valparaíso. “Las comunidades religiosas con sus carismas van revitalizando el caminar eclesial, van dinamizando el caminar de las comunidades cristianas. Por eso para nosotros es importante que tengamos una vida consagrada muy dinámica. Creo que, en estos tiempos actuales, la vida consagrada puede ocupar un lugar fundamental en la historia del país, en la historia de la Iglesia».

“Sabemos que vivimos tiempos difíciles, convulsionados, todos estamos afligidos, no estamos en paz. Es allí donde tiene que actuar la vida consagrada, tiene que mostrar, tiene que sembrar en la sociedad paz, sembrar paz en el corazón de cada persona. Y lo puede hacer, porque la vida consagrada está presente en tantos rincones de nuestra diócesis, porque está presente en cada rincón es que puede ir sembrando ese granito de paz”.

“El primer desafío que tiene la vida consagrada en el tiempo de hoy es sembrar paz. Otra cosa que me ha llamado la atención es ver que también nuestra sociedad está abatida, triste por la pandemia y la violencia. Da la impresión que a veces las personas que pasan por nuestras calles están desesperanzadas. Por lo mismo junto con la paz, la vida consagrada perfectamente podría sembrar esperanza y alegría”.

Finalizó su homilía, invitando a la Vida Consagrada a que sean sembradores de paz y de alegría para que en esa paz y en esa alegría el mensaje de Jesús pueda penetrar el corazón de cada persona que habita en nuestro entorno.

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