“Jesús volvió de las orillas del Jordán lleno del Espíritu Santo y
se dejó guiar por el Espíritu a través del desierto” (Lc 4,1)
Hay diversos estímulos para moverse en el espacio y en el tiempo que ocupamos: motivaciones, presiones, agresiones, escándalos… o espiritualidad. Ciertamente no es lo mismo dar pasos por la presión externa o por motivaciones internas; de hecho, es muy humano dejarse interpelar por los signos de los tiempos y tomar decisiones personales-comunitarias bien discernidas y responsables.
En el mundo polarizado, a favor o en contra de una persona o de un proyecto, y en la obsesión por la espectacularidad y la visibilidad… existe la tendencia a buscar adeptos y prosélitos (también fanáticos) más que ciudadanos conscientes, críticos, reflexivos, dialogantes… Con estos esquemas nos movemos en la política, economía, cultura, ecología… y también en algunos ambientes eclesiales.