Les declaró (dice Jesús): Dios dice en la Escritura: Mi casa será casa de oración. Pero ustedes la han convertido en un refugio de ladrones.” (Lc 19, 46)
La ilusión y las motivaciones sublimes de los inicios de nuestra “vocación” suelen desinflarse con el aburrimiento y la repetición de eventos religiosos, no siempre retribuidos por el aplauso o el reconocimiento. En ocasiones, acabamos por reproducir aquello que criticamos en otros tiempos, y renunciamos a la utopía por arrastrarnos en el crudo realismo, a veces adornado con la acedia.