Nos unimos, como comunidad creyente, para orar a Dios por nuestros hermanos que hoy siguen sufriendo los embates de la naturaleza en el sur de nuestro país, específicamente por nuestros hermanos chilotes. Todos sabemos de la crisis ambiental que hoy están sufriendo y así como muchos en el país se han manifestado, nosotros también queremos movilizarnos para orar, acompañar, acercarnos al dolor que viven hoy.
Al iniciar la eucaristía, se depositó en el altar de Dios los nombres de aquellos remotos rincones de Chiloé, donde hoy están sufriendo esta crisis y, con ellos, a su gente; mariscadores, recolectores de playa, buzos, pescadores artesanales, el Señor conoce sus nombres, sus vidas. Pedimos para ellos la esperanza y la paz.
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