Al eco de tu voz y con la certeza de que somos sacramentos de tu indeclinable identidad creadora y cuidadora, nos disponemos a atravesar la noche, revestidos de esperanza. Y hoy, en sinodalidad con la Iglesia que escucha y discierne, nosotras/os queremos sumarnos a esa caravana que cuida osadamente de la comunión, y por eso, pedimos la gracia de revestirnos de coraje profético y abrir nuevos senderos.