Amadas Hermanas, Amados Hermanos:
En este Congreso nos reunimos con 181 Hermanos jóvenes de todo el Cono Sur (Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Uruguay). Sentimos a todos ustedes muy presentes. Hemos traído sus voces, sus preocupaciones y pasiones, sus experiencias, encuentros y desacuerdos compartidos em las comunidades. Interpelados por María, que nos invita a «hacer lo que Él nos diga», nos sentimos llamados a renovar el vino de nuestros odres, que queremos seguir llenando de vida. Estamos seguros de que esto solo se encarna cuando Jesús es el centro de la fiesta. Queremos seguir amando y enamorándonos con nuestra elección de seguir a Jesucristo, empapado en el vino de la alegría, en la construcción de su Reino de amor.
Nos sentimos invitados a ser colaboradores creativos de su trabajo, en diálogo intergeneracional con quienes nos precedieron en la consagración y con quienes respondieron a las diferentes realidades según los signos de su tiempo. De ellos hemos recibido una pasión por construir el Reino. Depende de nosotros continuar revitalizando nuestras vidas como consagrados, abiertos a las realidades deslumbrantes de nuestro tiempo. Como Nuevas Generaciones, queremos construir nuevas relaciones que nos permitan sanar nuestras heridas, apoyándonos en el amor, el acompañamiento y el apostolado. Siendo signos de alegría y serenidad para llegar a otros miembros de nuestras comunidades, y juntos formar relaciones amorosas, estables y armoniosas, dejándonos sorprender por los demás, dándoles la bienvenida con sus miserias y sus talentos, sus esperanzas y dolores. La Trinidad nos invita a tener relaciones basadas en el amor y la misericordia, creando lazos que nos humanizan.
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