América despierta ¡ya es la hora!
Memoria, Martirio y Misión
XLVII Junta Directiva
San Salvador, 5 a 7 de febrero de 2020
CONSIDERACIONES FINALES
Queridas hermanas y hermanos, les saludamos desde el Continente Latinoamericano y Caribeño; particularmente, desde El Salvador, tierra de mártires, espacio sagrado para el cristianismo, lugar privilegiado para revitalizar nuestra Vida Religiosa. Desde aquí contemplamos a Jesús, el primer Mártir, que nos pide hacer memoria de la realidad del Evangelio en nuestras vidas, exigiéndonos convertirnos en colaboradores de su Reino, a niveles cada vez más hondos de mística, profetismo y coherencia.
En estas circunstancias, la Junta de la CLAR mantuvo, de principio a fin, la memoria viva de Monseñor Romero, como símbolo de la comunidad martirizada en el Continente: Elba, Celina, Ita y sus hermanas; los jesuitas de la UCA; Rutilio; y tantos rostros desvanecidos en el anonimato, pero distinguidos en la fuerza salvadora del martirio. Juntos con ellas y ellos queremos que retoñe la nueva manera de ser Vida Religiosa.
El Horizonte Inspirador, basado en las Bodas de Caná (Jn 2), nos hizo tener presente las seis tinajas en las que vemos contenidos los siguientes seis temas: el vivir con sentido la propia vocación, la espiritualidad trinitaria, un nuevo modelo de ser Iglesia, la opción por las personas y grupos más excluidos, una ética del cuidado y el encuentro, y la ecología integral. Al trasfondo de estas inspiraciones evangélicas, analizamos este contexto histórico, donde las luces y las sombras se disputan el espacio. Identificamos las realidades que más nos preocupan:
> Nuestra Casa Común. Compartimos con humanidad un peligro inédito de la historia. Nuestra inquietud es por los más pobres, pues ellos son los primeros en sufrir las consecuencias de los cambio climáticos, entre otros males ecológicos.
>El nivel de violencia que, por razones diversas, asola nuestro Continente. Este último año tuvieron lugar una serie de explosiones sociales, causadas por diversos tipos de injusticias y desigualdades, las que fueron reprimidas por las fuerzas políticas con perjuicio de los derechos humanos. A esta violencia se suma la del narcotráfico, que en las últimas décadas ha causado millares de muertos en el Continente.
>La migración creciente de gentes que dejan sus países huyendo de la miseria. Ellas, a veces, corren la suerte de ser bien recibidas. Pero, frecuentemente son objetos de tratos racistas y de que se las explote, especialmente si son mujeres. La migración venezolana, ha llamado la atención del mundo, por sus más de 4 millones de personas.
>La situación de la mujer. A pesar de los avances alcanzados en su beneficio, el Continente tiene estadísticas escandalosas de abusos contra las mujeres. Los feminicidios parecen ser rutina en las noticias. Preocupa la ausencia femenina en los espacios de toma de decisiones, a pesar de su capacidad para participar creativa y responsablemente en diversas instancias. Ya que la Iglesia de América Latina y el Caribe tiene rostro de mujer, es hora de que ella también pueda ejercer plenamente su dignidad humana y religiosa.
>La política deteriorada por los políticos. Nuestras democracias están en peligro, pues los partidos y sus dirigentes, vinculados a la empresa privada, son objeto fácil de corrupción. Nadie en América Latina y el Caribe quisiera volver a los terribles años de las dictaduras militares. Pero cuando nuestras democracias están al servicio de los intereses del capital, parece que estuviéramos retrocediendo, poniendo en peligro los avances en materia de derechos civiles, sociales y humanos.
>El modo de organizar la economía. Hoy, en tiempos de globalización, es difícil para los países sustraerse a las poderosas fuerzas del mercado internacional. Las principales decisiones económicas se toman fuera de nuestras fronteras, imponiéndonos modelos de desarrollos insolidarios, contrarios a nuestros propios valores culturales.
En este contexto histórico, es poco lo que las/os religiosas/os podemos hacer. Aun así, bajo los criterios del Reino, pensamos que este “poco” puede ser muy significativo. Oportunamente, el papa Francisco nos ha invitado a poner en práctica la Sinodalidad, que consiste en hacer camino juntas y juntos, en un mismo plano de igualdad y responsabilidad, como pueblo de Dios. El Papa, por esta vía, repone a la Iglesia en los rieles del Concilio Vaticano II. Es fecundo todo el proceso del Sínodo sobre la Amazonía, especialmente por la presencia de sujetos olvidados, indígenas y mujeres, que hablan en nombre de las comunidades silenciadas. Aún estamos a la espera de su Exhortación Apostólica. La Vida Religiosa quiere asumir este gran desafío. Vemos que entre las congregaciones existe una práctica de sinodalidad. La CLAR representa este valor. Por esto, hemos visto necesario el desafío de las inter-relaciones entre todas las personas e instituciones, e incluso, con todos los seres humanos con quienes vamos haciendo el camino.
La Junta, en comunión con el pensamiento del papa Francisco, ha querido asumir el compromiso de una conversión integral, a saber, una conversión ecológica, cultural, ministerial y, como se ha dicho, sinodal. En este sentido, importan mucho las siguientes actitudes: la voluntad de diálogo, para compartir nuestras más variadas experiencias; y la disponibilidad para construir puentes.
Este camino sinodal presenta algunos desafíos a las relaciones al interior de la Iglesia: nos inquieta la relación entre la Vida Religiosa y la jerarquía cuando ésta es alterada por el clericalismo, tan criticado y desaprobado por el papa Francisco, por oponerse al espíritu del Evangelio. Otros desafíos son: superar la tentación de comunidades religiosas con tendencias a cerrarse sobre sí mismas, como si pudieran prescindir de las demás; dar espacio a las Nuevas Generaciones quienes con su dinamicidad traen para este tiempo el soplo renovado de la Ruah divina; crear espacios protectores para el cuidado y protección de menores y adultos vulnerables y denunciar el abuso de poder, de conciencia y sexual.
Estamos en un tiempo de esperanza. Somos vocacionados para estar con el Señor y servir a su causa, lo que nos invita a mirar en su misma dirección y a tener sus propias actitudes para conducir esta historia a su plenitud. Es poco lo que podemos hacer, pero el Reino comienza con lo pequeño, y esto nos reviste de confianza y fortaleza. No hay amor más grande que gastar la vida por las amigas y los amigos. ¡Ánimo Vida Religiosa! Es María quien nos recuerda: ya es la hora de hacer lo que Él nos dice.
Participantes de la XLVII Junta Directiva de la CLAR
7 de febrero de 2020
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