En este número de Testimonio, escrito todo él por dominicos, se respiran las ganas de restaurar el dinamismo de la vocación dominica en la Iglesia de hoy, respondiendo mejor a la llamada que el mismo Santo Domingo dirigió hace ocho siglos a los primeros frailes. Les envió a “predicar, estudiar y fundar conventos”. Toda renovación de la vida dominica comienza con la escucha atenta de la Palabra y la vida de oración y de contemplación en el silencio y en el estudio.
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