El hermano Aquilino dedicó su vida a formar en Liturgia, Catequética y Mariología. Partió al encuentro de Dios este sábado 21 de diciembre y su funeral será este lunes 23 a las 10:30 horas en el cementerio católico.
Vía: Iglesia.cl
A los 91 años falleció este sábado 21 de diciembre el Hermano Aquilino de Pedro Hernández, un incansable colaborador de los servicios pastorales de la Conferencia Episcopal de Chile, principalmente en el área eclesial y en la comisión nacional de Liturgia.
Aquilino de Pedro Hernández, fms, natural de Palacios de la Sierra (Burgos), realizó sus estudios teológicos en Roma, Barcelona y Salamanca en las especialidades de catequética, mariología, liturgia y pastoral. Su tesis doctoral versó sobre la Virgen María en la liturgia posconciliar.
Publicó decenas de libros en los campos de la liturgia, textos de religión y mariología.
Además de miembro de la Comisión Nacional de Liturgia de la CECh, fue profesor en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, en el Seminario Pontificio de Santiago y en la Conferencia de Religiosas y Religiosos de Chile (Conferre).
Sus funerales se realizarán el lunes 23 de diciembre a las 10:30 hrs en el Cementerio Católico de Santiago.
Comunicado del Provincial Marista
El siguiente es el comunicado oficial del Provincial Marista, Hno. Saturnino Alonso:
Queridos hermanos y Maristas de Champagnat:
Les comparto el dolor de la partida a la Casa del Padre del querido hermano Aquilino de Pedro, a la edad de 91 años.
Hoy sábado, 21 de diciembre, a las 10:30 de la mañana ha fallecido en la casa de Sótero Sanz en Santiago de Chile. «Se durmió tranquilo, ante la presencia de los hermanos de la comunidad que durante estos días se turnaban para acompañarlo».
Nos unimos orando por su eterno descanso y dando gracias al Padre Bueno por las abundantes bendiciones que derramó en él y, a través suyo, en nuestra familia Marista y en la Iglesia, especialmente de Chile. Su vida fue realmente un regalo.
Y acompañamos también en nuestra oración a su comunidad de Sótero Sanz. Damos gracias a los hermanos de la comunidad y a todo el personal de la casa que con tanto cariño y delicadeza lo han atendido y acompañado durante tanto tiempo.
Unidos en Jesús, María y Champagnat, en este tiempo de Adviento,
Hno. Saturnino Alonso
Provincial Santa María de los Andes
Fuente: Hermanos Maristas – Comunicaciones CECh
SENCILLO HERMANO DE LARGO CAMINO
De mucho estudio fue nuestro hermano,
brilló en doctas materias
y en sendos cursos siempre lo vimos;
de la vieja escuela
de pizarra y tiza,
pasó sin problema
a la máquina y al texto;
y luego, al pc
y a cuanto adelanto en los medios
sirviera para su misión:
mostrarnos y apasionarnos
con nuestro amado Jesucristo
y su madre, María,
hechos liturgia cotidiana
o festiva o solemnidad;
y también celebración,
charla, curso, retiro,
libro, folleto o lo que fuera
para darlos a conocer y amar.
Aquilino, ellos fueron tus amores
y en su camino quisiste transitar;
acogiste así, desde niño,
nuestra fraternidad
y el don sencillo de Marcelino Champagnat.
Caminaste en tu juventud
una intensa ruta de comunidad,
servicio y apostolado escolar;
pero como tenías dotes en el buscar,
los hermanos te enviaron
a la teología profundizar;
para ti fue una herramienta
de servicio evangelizador.
A este don se sumó
tu constancia y tesón,
tu renovada visión
que del Concilio surgió
y tu trabajo en equipo,
que cada vez más creció.
Cuando la Iglesia invitó
y la Congregación acogió,
exploraste y propusiste
la ordenación de algunos hermanos
para el servicio familiar;
entraste con entusiasmo
en el debate que se abrió
por largos años entre nos;
y cuando no prosperó,
sin renunciar a tu visión,
acogiste, sin hiel,
el regalo de tu don:
ser hermano y formador.
Lo habías sido por largos años
y seguiste dispuesto
en esa brecha a entregar
la experiencia de tu caminar,
previniendo a los superiores
las posturas de tu andar.
Siempre admiramos en ti
la nobleza y transparencia
de tu actuar, de tu sentir,
de tu pensamiento y verdad;
pero más nos ha encantado
la sencillez de tu cantar,
tu forma de estar
y de animar,
tu paciencia en la adversidad
y en las a veces complejas
relaciones de nuestro andar:
admirando y haciendo el bien,
acogiendo a cada uno
en esta última etapa de tu peregrinar,
agradeciendo cada visita,
consciente de lo que ibas perdiendo,
pero también de la herencia fraterna
que nos dejabas en tu vital testamento.
Gracias por ser hermano por siempre,
por el regalo que el buen Espíritu nos dio en ti
y por querernos siempre en él.
Descansa en paz, hermano Aquilino,
y ruega por nosotros.
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