La Iglesia entró en camino de transformación y renovación, la práctica social del Evangelio como compromiso auténtico con los pobres, no puede ser una consecuencia sino parte de su esencia auténtica, puesto que se sitúa en el corazón del mensaje evangélico.
La reflexión e interiorización del camino sinodal nos sumerge a continuar avanzando en todos los modos de escucha, participación y tejer comunión con el entramado del tejido social, cultural, político… y no exclusivamente una cuestión de compromiso e implicación de lo eclesial-religioso.