Y dado que la espiritualidad del Cuidado pretende el crecimiento de las personas y no el perjuicio de nadie, estamos convocadas/os a discernir y vivir -de tal manera- que las “pulsiones” dejen paso a las decisiones, que el “hedonismo” deje paso a la solidaridad, que la “manipulación” deje paso al servicio, que el “narcisismo” deje paso a la entrega… para que sea el “espíritu” de Jesucristo el que nos conduzca por los caminos de la vida plena, y no nos dejemos tragar por la “carne” de la frustración, del vacío y la amarga vivencia del protagonismo fatuo.
Fr. Jesús García, OFM Cap.