Para ver tenemos que tener los ojos abiertos, para discernir hay que
cerrarlos, pensar y decidir y, por supuesto, adherirse a lo bueno y ponerlo
por obra. En todos los artículos de este número de Testimonio queda claro que hay tres aspectos que dependen del buen discernimiento del dinamismo de la fe: la fidelidad, felicidad y fecundidad de nuestras vidas. Ello es especialmente verdad en este momento de nuestra historia.
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