HACIA UNA NUEVA FORMA DE SER IGLESIA
Esta nueva forma de ser Iglesia, posible y urgente, se tiene que convertir en un buen anuncio, en buena nueva, en testimonio de vida y también en profecía en este momento histórico para las religiosas y religiosos. Tiene que nacer de la oración y servir para interpelar y proponer; para abrir horizontes y esperanzas para el mundo en que nos ha tocado vivir y, sobre todo, para la Iglesia de la que formamos parte. Eso se consigue cuando se logra entrar en este tema, en esta realidad en contexto, en ambiente y en el espíritu de un retiro. Para bien hacerlo no nos debe faltar una imagen de María que refleje juventud, entusiasmo, pasión y fi esta, y las palabras del Magnificat en nuestros labios y nuestro corazón ya que lo esencial es lo interior. Para dar profundidad a este emprendimiento de una nueva forma de ser Iglesia se precisa vivirlo con la profundidad de un retiro comunitario.